jueves, 13 de abril de 2017

VIA CRUCIS



VIACRUCIS DE LA FAMILIA ALVARADO




ORACION PREPARATORIA


Jesús, yo estaba ahí hace dos mil años…
Fui yo quien te llevó con Anás y  Caifás… Con Herodes y con Pilatos…
Te llevé a los azotes, a la corona de espinas, a la cruz y… A la muerte.

Fui yo Jesús, fueron mis pecados de ayer, de hoy, y de siempre…
Yo, te preparé este desfile de sangre y de muerte:  
¡Este Vía Crucis!
Yo, he pisado este camino detrás de ti, gritando y riendo, pecando y humillando…
Yo, he pisado la sangre que Tú dejabas, yo, he pisado tu sudor, y los trocitos de tu piel…
Yo, he pisado, el cabello que arrancó la tierra en tus caídas.

Me pesa, Jesús, me pesa… Me arrepiento y te pido perdón.

Por eso hoy, quiero recorrer nuevamente este camino…
Pero ya no como tu asesino…
Si tú me dejas Jesús… Si Tú me ayudas, quiero recorrerlo contigo;
Pero esta vez, como tu amigo, como tu amiga, como tu compañero en La Cruz.

Quiero recorrerlo, sabiendo que tu pasión y muerte… ¡Fueron solo por mí!

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PRIMERA ESTACION

JESÚS ES CONDENADO A MUERTE




Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Tenía que suceder así, habías dicho muchas cosas, que no nos gustaban a los hombres, 
hablabas de Amor y de Perdón… De lanzar la primera piedra…
¡Nos habías llamado raza de víboras!...
No pensabas que ibas a escaparte de nuestras manos…
Llamaste bienaventurados a los pobres…
Dijiste que era difícil que los ricos entraran en el Reino de Los Cielos…
Dijiste que teníamos que amar a nuestros enemigos…

Decías y hacías muchas cosas que no agradaban a los poderosos…
Eras amigo de los pobres, de los perdedores y de los mediocres.
Nunca hiciste una “transa, nunca usaste una influencia, o abusaste de tu poder…
Nunca adulaste a nadie, protegías a los niños, enfermos y discriminados.
Tenía que suceder así, el mundo tenía que condenarte…
Te condenaron entonces y te condenaríamos ahora…
Te estamos condenando todos los días…

Porque no queremos ni tus mandamientos, ni tu sacrificio y mucho menos… 
Esa forma de ser; Esa forma de Amar, y perdonar.
Tenía que suceder así… ¡Condenado a muerte!... -¡Tú te lo buscaste Jesús!-
Y yo sé, que si me atrevo a seguir tus pasos… ¡También seré condenado!
Me apuntarán con el dedo, se reirán de mí, me llamarán hipócrita…
Me dirán incongruente que manejo, “una doble moral”…

Sin embargo Jesús, yo sé,que tú tienes la verdad.
Que tú forma de vivir… ¡Debe ser, mi forma de vivir!
¡Ayúdame Señor… Dame las fuerzas necesarias para seguir contigo
Aunque me digan loco, aunque me critiquen…
¡Condenado!, pero contigo…
Porque yo sé mi amado Señor… ¡Que Tú tienes la razón!
  

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                  Ave María                                          Gloria

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SEGUNDA ESTACION

JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ



Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

¡No Jesús…Tú no!                   
Esa cruz es mía, no insistas en cargarla Tú…
Por favor, te digo que esa cruz está hecha con mis pecados…
¡Soy yo, el que debe cargar con ella!
Pero está bien señor, es inútil luchar contigo…
Tú eres Dios, Tú, siempre sabes cómo llevar la cruz
Solo tú puedes llevarla Jesús…
No podríamos con ella, ni siquiera los brazos de toda la humanidad junta.

¡Es la Cruz de la Redención, nadie puede con ella!

Ni siquiera podría llevarla Tu Madre… La única que pudo llevarte a Ti.
Llévala Jesús, te lo pedimos todos los hombres y las mujeres del mundo.
Tú sabes muy bien cómo agarrarla, Tú fuiste carpintero desde niño,
Tú sabes cómo se agarra un madero y también como se carga sobre los hombros.
Lo hiciste mucha veces en Nazaret, te has preparado toda la vida para eso…

¿Por qué quieres llevar mi cruz?… ¿Por qué quieres llevar las cruces de cada uno?
¿Por Amor?... ¡Porque me has amado desde el principio!
Pero, ¡yo no te correspondo igual!...
Te amo pero soy débil, inconstante, egoísta, soberbio...

¿Que tú tampoco me condenas? ¿Qué me vaya en paz, y no peque más?
Está bien Señor… Toma mi cruz… ¡Abrázala Cristo, abrázala y anda!
Pero permíteme que vaya contigo y que aprenda cómo se carga…
Cómo se lleva una cruz…
¡Necesito saber cómo cargar mi cruz!...
Pero sé que… ¡Solo es posible si tú me ayudas!


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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TERCERA ESTACION

JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

¡Lo más sublime de esta estación es ver como se levanta Cristo!

Sus músculos, sus nervios se tensan por un enorme esfuerzo de voluntad…
Se afianza sobre sus pies, los separa para tomar fuerza, se inclina con decisión y sus manos 
agarran resueltamente la cruz que está en el suelo.

Voluntad para cargar con la cruz… Su Cruz y tu cruz.
Decisión para llevarla una y otra vez… Y, todas las veces que hagan falta.
Sus brazos se esfuerzan y la cruz se vuelve a elevar….
Desde la tierra y hasta el cielo…Levantada por Dios, para el perdón de tus pecados.

Jesús ha caído para que tú sepas cómo debe levantarse uno y como volver a cargar la cruz nuestra de cada día.
¡Se puede!, pero hay que hacerlo con la valentía y la firmeza de Cristo…
Solo no se puede… Solo es posible, junto con Cristo.

Dios se olvida de  que has caído…
A Dios lo que le importa, es saber, que eres valiente…
Que te levantas tomas tu cruz y avanzas.
Quedarte tendido en el barro es de cobardes…
Levantarse, cargar con tu cruz y seguir adelante es la actitud de Cristo…
Y debe de ser también la mía… y la tuya… Y la de todos los cristianos.

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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CUARTA ESTACION


JESÚS ENCUENTRA A MARÍA


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

¡No puedes llevarla tú por El, Madre!...No puedes. Tiene que llevarla Él.
No puedes tú morir por Él, Madre…No puedes. Tiene que morir Él.

Ten cuidado María, estos bárbaros van a notar enseguida que eres la Madre del condenado. ¡No ves que se parece muchísimo a ti!
Tiene tus mismos ojos, tú mismo gesto, es tan igual a ti
Y Tú, eres el ser humano más parecido a Él… Sobre todo en El alma.
Y es que genéticamente no tuvo por Padre a ningún hombre…
Se tiene que parecer a ti y solo a ti.
Basta verlos juntos un momento, para saber que son madre e hijo, ¡Son tan iguales!

Él lleva la cruz… y tú también.
Él la abraza ahora y tú vas a abrazarla en cuanto Él la deje.
Él nos ama hasta la muerte… Y Tú también.
Él ha querido ser nuestro hermano y tú has querido ser nuestra madre.
¡Son tan iguales que me dan envidia!

¿Crees Madre, que algún día yo podre ser?… ¡Tan parecida a Él, como Tú!


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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QUINTA ESTACION


SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESUS A CARGAR LA CRUZ

 Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

No quería, claro que no. Era como nosotros, nadie quiere llevar la cruz.
A Simón de Cirene lo obligaron a llevarla, y a nosotros también.
La cruz es algo inevitable, es algo que encontramos en cualquier momento de nuestra vida.
Simón agarró el madero con repugnancia, sin embargo, poco a poco, sin saber por qué, su mano comenzó a acariciarla, empezó a apretar con amor aquel madero.
Ese madero tenía algo.
Hubo un momento, en que al querer agarrar la cruz, la mano de Jesús, tomó también la mano del cirineo, y levanto a la vez, el brazo de éste y la cruz.
Simón comprendió en un instante lo que a nosotros nos cuesta tanto comprender:
¡Que es Cristo, quien lleva su cruz, y la nuestra!

¿Por qué quisiste tener necesidad de Simón?
Has querido, tener necesidad de los hombres, hasta para llevar la cruz, para hacernos redentores contigo, para decirnos, que nuestras cruces son redentoras, que son una prolongación de tu misma cruz, para decirnos que los hombres debemos ayudarnos los unos a los otros a vivir… ¡Y a llevar nuestras cruces!

En el camino de la vida, a mi lado, pasan muchos hombres y mujeres, que no tienen la fuerza suficiente para llevar su cruz,
Tú los has puesto ahí, para que yo les eche una mano… pero yo los evito
Paso a su lado disimuladamente, egoístamente, sin darme cuenta de que eres…Tú mismo el que pasas junto a mí con la cruz a cuestas…
Que eres Tú, Él que sigue andando con nuestras cruces, por todas las calles del mundo.
Dame fuerza Señor, hazme valiente, para que pueda ayudar, con las cruces de los que amo.

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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SEXTA ESTACIÓN

LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Fue una mujer la que se atrevió… Una mujer valiente que se enfrentó a esos bárbaros.
Estaban ahí muchos hombres, muchos amigos y familiares de Jesús, sus apóstoles, hombres que escuchaban sus parábolas, hombres a los que había curado…
¡Pero ninguno se atrevió!... ¿Igual que yo? ¿Igual que tú?
Nosotros, muchas veces preferimos hacernos a un lado, escondernos, negar a Cristo,  quizá por miedo o por prudencia, por flojera o por lo que llamamos elegantemente “respeto humano”.
Porque tal vez no está de moda hablar  de Dios, porque la sociedad se burla de los que dan testimonio de honestidad, del esfuerzo cotidiano, de los que se preocupan y ayudan a sus hermanos más pequeños, de los que no transan, de los que cumplen con su deber, de los que no roban, de los que no engañan, y hasta de los que van a misa.
Nos avergüenza que nos vean en la iglesia, que se den cuenta que nos confesamos y comulgamos, somos muy buenos para decir: “Yo no hablo ni de política ni de religión”, porque no me gusta discutir.
Solo volteamos a Cristo cuando los problemas de la vida nos acorralan, cuando una enfermedad toca a nuestra familia, o cuando la muerte, nos arrebata a un ser querido.

Que pasen delante de nosotros, hacia la cruz, los “mochos”, los persignados, los ilusos y desde luego… Cristo.
Nosotros vamos detrás, en la retaguardia, junto con los asesinos, los soberbios, los mentirosos, los secuestradores, los violadores, los egoístas y los narcotraficantes:
¡Que sean otros, los que estén más cerca de la Cruz de Cristo!
Yo, cómodamente, egoístamente, de una manera cortés y elegante, dejo a los demás caminar con Cristo.
Ya te buscare Señor, cuando la vida me apriete y entonces, hasta te reclamaré, el hecho de que “me hayas dejado solo”.
Perdóname Señor Jesús, ya no quiero ser así, en verdad quiero andar el camino contigo, quiero limpiar tu rostro… En el rostro de mis hermanos, quiero darte de comer y beber, junto con ellos, quiero alojarte y darte morada en mi corazón… En cada uno de ellos. ¿Puedo Señor?


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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SÉPTIMA ESTACION


JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Fue una zancadilla Cristo… lo sabes muy bien y lo sé yo.
Fue una zancadilla que te dimos alevosamente, y por detrás…
Algunos de los que aparentábamos ir muy compungidos detrás de Ti.
Tal vez fue una zancadilla disimulada de alguna de las llorosas hijas de Jerusalén, que van a salir a tu encuentro en la siguiente estación, todas deshechas en llanto.

¿Sabes que Señor? No, no fueron ellos…
Fui yo, fueron mis pecados, esa doble moral que manejo con tanta facilidad, ese llorar por ti y luego meterte la zancadilla.
Manejo tan bien la hipocresía de pecar y seguir apareciendo angelical y devoto, que entre tanta multitud de buenos y malos que te siguen, Cristo;
¡Es muy fácil ponerte una zancadilla sin que nadie lo note, de la manera más alevosa e hipócrita!

Y Cristo caes derrumbado, por la zancadilla disimulada de los pecados de: “Los buenos”.
De los que hacemos la nuestra y luego seguimos aparentando rectitud…
De los que le echamos la culpa a “los malos”…
De los sacerdotes…
De los gobernantes…,
De los que “nosotros” juzgamos malos…
De los que piensan diferente a nosotros…
¡La culpa será siempre de los demás!

Cristo caes al suelo por mis pecados, y esta caída te duele más…
Te duele más, porque fue una zancadilla mía… Traicionera, Hipócrita  y artera.
Perdóname Cristo… Perdóname.


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                            Ave María                                   Gloria

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OCTAVA ESTACION


JESÚS LES HABLA A LAS HIJAS DE ISRAEL


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Ellas son buenas Cristo, lloran porque tienen compasión de Ti.
Y lloran, por lo que te han hecho a Ti… ¡Los otros desde luego!
Nos resulta muy fácil llorar por lo mal que hacen las cosas los demás;
Por lo mal que está el mundo, los medios de comunicación, la economía, la política, 
las costumbres, la iglesia, los sacerdotes, la moral, los gobernantes…
¡Qué bien lloramos Cristo!, los pecados de los demás.
¡Qué destreza la nuestra, de llorones profesionales!

Todo está mal Cristo, todos te ofenden, lo sentimos mucho, lo deploramos todo…
¡Todo menos nuestros propios pecados!... Eso ya es otra cosa.
Por mi tribunal supremo pasa todo el mundo; todos, menos yo mismo.

Y responde Cristo: ¡Lloren por ustedes, hombres del siglo veintiuno!...
¡Limpien su propia casa!... ¡Ustedes sepulcros blanqueados!,
¡Lancen la primera piedra aquellos que estén libres de culpa!,
¡No miren la paja en el ojo ajeno, miren la viga en el propio!

Cristo, la verdad, nunca lo había reconocido, yo veo y critico muy bien los pecados de los demás, me molesta que no actúen como yo creo que deben actuar.
Me da coraje, lo mucho que te ofenden los demás… Pero, ¿y yo?

Señor dame humildad, pon sinceridad y luz en mí…
Para que pueda reconocer que yo soy un gran pecador…
Que fui yo, quien te crucifique y que te sigo crucificando… cada día. 


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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NOVENA ESTACION

JESÚS CAE POR TERCERA VEZ


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

¿Se ha muerto?... No Cristo, no te puedes morir ahí…
Tienes que morir arriba clavado en la cruz.
Tienes que hacer la redención, sufriendo más… ¡mucho más!
Así es, esta es la razón por la que Cristo no se dejará morir ahí.
Y fue un esfuerzo sobrehumano de voluntad; Voluntad de seguir viviendo,
Para sufrir más, mucho más… por ti y por mí.
Pero si te hubieras dejado morir ahí, en la tercera caída, todavía hubiera sido una muerte gloriosa; todos los hombres te hubiéramos agradecido por haber sufrido por nosotros, y ya bastaba Cristo, para que hubieras tenido fama y honor inmenso, y así te hubieras evitado… El morir clavado en La Cruz.

¿Sabes?, los mejores de entre nosotros hacen eso:
Luchamos y nos sacrificamos por algún tiempo…
Pero llega un día que renunciamos, ya hicimos bastante…
Ya nos sacrificamos, ya perdonamos, pero… ¡Ya basta!.
No vamos a permitir que nos sigan pisoteando nuestra dignidad…
¡Ya está bien!, ¡Ya estamos hartos!
Y yo soy, todavía mucho menos que ellos, me quedo tirado en el suelo, después de la primera o segunda caída, soy light, apático, flojo, estoy cansado, soy igual a los indiferentes de todos los tiempos. Soy tibio.
Me quedo tumbado en el barro de mis pecados, en el barro de mi pesimismo, o de mi desaliento.

¡Levántate Cristo!
Levántate para que sepa que contigo puedo levantarme, junto con los pecadores de siempre, con los desesperados, con los flojos, con los eternos pesimistas, con los cansados y desalentados.
¡Que sepa que puedo llegar al fin! Si, si, ¡que si puedo!
 Que contigo Cristo… ¡Que contigo todos podemos!

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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DÉCIMA ESTACION

JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

 

Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Tú dijiste Jesús: Bienaventurados los pobres.
Y ahora, al borde de la muerte, Tú vas a cumplirlo al pie de la letra.
Te dejamos sin nada, los que siempre queremos tener más…
Te robamos lo poco que te quedaba…
Lo venimos haciendo siempre, y lo seguimos haciendo ahora.
Son nuestras manos expertas, las manos veloces de siempre…
Te arrancamos sin compasión todo lo que llevas encima…
Aunque con ello te arranquemos pedazos de tu piel.

Tú lo sabes Jesús, no es nada personal, son simplemente negocios.
Un negocio en el que luego nos repartiremos las ganancias… 
Un "negocio" de todos aquellos a los que critico y señalo… Pero, que al final de cuentas, 
yo resulto ser igual o peor que ellos.

Tú sin nada Cristo, es como vas a ser redentor, 
Con la pura verdad de Tú Palabra, de Tú cuerpo y de Tú sangre.
Sin poses, sin falsas apariencias, sin engaños, sin obligar a nadie...
Sin argumentos, solo con La Verdad de Tú amor.

Somos nosotros los que llevamos muchas cosas superfluas encima…
Mucha ropa de farsa, vestidos de mentiras, máscaras de falsedad…
Estamos cubiertos de apariencias y así… 
Definitivamente, no podemos subir a la cruz.

Cristo ayúdame a despojarme del consumismo, de la apariencia, del camino fácil, del hedonismo, del lucimiento personal y de la soberbia de la vida.
Arráncame lo que tengo más pegado a la carne…

¡Cristo arráncame el disfraz! 

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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DÉCIMA PRIMERA ESTACION

JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Tus manos abiertas Cristo, más abiertas que nunca para perdonar…
Tus pies quietos Cristo, mas quietos que nunca…
Para que podamos encontrarte siempre… alcanzarte siempre.
Tu Cuerpo Cristo… se ajusta tan maravillosamente a la cruz.
Hecho por Dios en forma de cruz… destinado a la cruz.
Tu cuerpo, y los cuerpos de todos nosotros…
Sorprendentemente, fabricados en forma de cruz…
Con el destino divino de que nos abracemos a ella.

La cruz que es nuestro destino, nuestra empresa, nuestro triunfo…
La cruz para la que estamos hechos…
Esa misma cruz, de la que huimos como necios, como tontos…
Que diferencia Señor, tus manos clavadas y abiertas para dar…
En cambio las mías, ligeras, sensuales, hábiles para la injusticia.
Cerradas para atesorar, para odiar y para golpear.

¡Perdóname Señor… porque sí sabía lo que hacía!
¡Perdóname Señor por no valorar tu pasión y tu cruz!
¡Perdóname Señor por mi cobardía, que me hace huir del dolor!
¡Perdóname Cristo, porque si sabía lo que es pecar!
¡Perdóname porque si sabía lo que era clavarte de manos y pies!
¡Perdóname Señor Jesús!...
Por tenerte colgado entre el cielo y la tierra durante tres horas de tormento!
¡Perdóname Cristo, porque si sabía lo que hacía! 

Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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DÉCIMA SEGUNDA ESTACION

JESÚS MUERE EN LA CRUZ



 Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.


Cristo inclino la cabeza… ¿Muerto?
Muerto como mi padre que en sus últimos momentos apretaba mi mano, hasta que dejo de apretar… Y de estar a mi lado, de presidir la mesa, de darme consejos y de ser mí mejor ejemplo.

Muerto Tú Jesús como murió mi madre, cantando conmigo, mirándome con esos sus ojos tiernos, diciéndome adiós, aconsejándome siempre: ¡Se buena que te esperaré en el cielo!
Muerto tu Jesús, como el hombre que murió solo y abandonado en cualquiera de las guerras de este mundo.

Muerto Tú Jesús, como aquellos que han muerto durante su secuestro, como los inocentes que han sido asesinados por el odio y la ambición del crimen organizado.
Muerto Tú Jesús, como los que han perdido la vida en accidentes, muertos en las calles o carreteras, lejos del calor de los brazos amados.

Muerto Tú Jesús, como esos niños abortados a los que sus padres no quisieron darles la oportunidad de vivir.
Tú Jesús, que no debías morir, muerto como todos los muertos del mundo, muerto Tú Cristo, como yo voy a morir un día.

¡Gracias Cristo, hermano mío en la muerte!
Gracias, porque al haber querido morir, ya no es tan difícil aceptar la muerte de los míos, ya no será tan dura mi propia muerte.

Eres mi hermano Jesús, en la vida y en la muerte, porque tú también has querido vivir y morir conmigo.
Cristo, ¡Ayúdame a morir a mis pecados, a morir a mis vicios, a mis mentiras, a mis traiciones, a mi tibieza, a mi indiferencia!…
¡A morir al hombre viejo y a resucitar contigo!


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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DÉCIMA TERCERA ESTACION

JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Toma a tu hijo Madre… Te lo devolvemos.

Madre tómalo en tus brazos como lo tenías en Belén… ¿Te acuerdas?

Tú nos lo diste Madre y mira, cómo te lo devolvemos…
Perdonamos Madre, estabas temiendo, que los hombres ¡no sabríamos como tratar a Dios!... Hoy te lo entregamos… Es el mismo.

Sabemos que tú lo reconoces a pesar de todo… ¡Eres su Madre!
Es el mismo al que dormías de Niño, meciéndolo en tus brazos y cantándole una dulce canción de cuna.

Ahora también  está dormido… Lo hemos conseguido nosotros, ha pasado por nuestras manos asesinas, que le han cantado las canciones del pecado y de la muerte.

Se ha dormido Madre… y no sabemos qué hacer con Él.

Hemos venido a pedirte perdón, te pedimos que intercedas para que Él también nos perdone.

Que lo beses Madre… Que lo beses de tu parte y de la nuestra también…
Así como lo hacías en Belén.


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN

JESÚS ES SEPULTADO


Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.

Te han llevado Cristo, te han puesto en las tinieblas…
Te han cubierto de lienzos, después han rodado la piedra de tu sepulcro…
¿Acabó el sufrimiento?… ¿Todo ha terminado?

¡No Cristo! Tu Viacrucis no ha concluido…
Tu cuerpo místico seguirá recorriendo el camino del Calvario…
Hasta el fin de los siglos…
Tú, sigues sufriendo en todos los hombres, que nos vamos relevando en el camino de la cruz…

Cristo que todavía pasas por los caminos del mundo…
Cargando las cruces de todos los hombres…
De aquellos que no quieren o no pueden llevar su cruz.

De los que caemos tantas veces…
De los que nos quedamos tirados en la primera caída…
De los que no queremos ayudar a llevar las cruces de nuestros hermanos…
De los que dejamos nuestra cruz en los hombros de nuestros padres,  esposos, hijos, sacerdotes o amigos.

Sabemos Señor Jesús, que detrás de la cruz y de la muerte… Está la victoria.
Pero sin Tí… Mi Cristo Resucitado… ¡No puedo!
  
Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                  Ave María                                          Gloria

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DECIMA QUINTA ESTACION


¡RESUCITO!







Te adoramos Cristo y Te Bendecimos. Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo y a mi pecador.


Todo era oscuridad y silencio en la tumba del Señor Jesús.
Habían pasado 3 días desde que exclamando… 
Padre, en tus manos encomiendo Mi Espíritu”, inclinó la cabeza y murió.
¿Todo estaba perdido?,
¿El Todo Poderoso había sido derrotado?,
¿Ya no teneamos esperanza?

Caifás y Anás reían, Pilato decía… ¡Qué más da!... Muchos se burlaban.
Los once apóstoles se encontraban desconcertados  y escondidos.

Sin embargo, existía un pequeño grupo de personas, que aún con el dolor, con el desconcierto, con el hecho abrumador de haberlo visto morir, conservaban Fe y Esperanza.
¿En qué?... ¿En quién?
No lo sabían pero su alma y su corazón estaban seguros de que este suceso no era el final.
María Su Madre en primer lugar, Magdalena, Lázaro, el Cirineo, el leproso que fue curado y regreso a agradecer, la hija de Jairo, el sirviente del Centurión Romano, los niños a los que Jesús permitió acercarse, el invalido al que curó después de que lo metieron por el techo, ellos y algunos otros más…
Esperaban, tenían en su alma, en su cuerpo y en su vida, pruebas de que Jesús era:
“El Cristo”, “El Hijo de Dios”, “El Mesías”.
En el cielo, Dios Padre sonreía, mientras el Espíritu de Amor, descendía como una hoja llevada por el viento, hasta el sepulcro del Señor.
La oscuridad fue rasgada por una bella luz, El Cuerpo de Jesús empezó a moverse, pequeñas sacudidas al principio… El aroma de los óleos con los que lo habían embalsamado, se transformaban en un perfume de… ¿rosas?... ¡Sí! de flores.
La luz que al principio era nítidamente blanca, fue tomando diferentes tonalidades, colores hermosos, tintes nunca antes vistos. El silencio de la cueva parecía cantar un canto de gloria y alabanza.
¡Y ahí estaba!
Fuerte,  poderoso, sonriente, pleno, ¡resucitado!... ¡Es Cristo Jesús!
En su cuerpo conservaba las huellas de los clavos, y la herida de la lanza en su costado, para mostrar a Tomás… Y a mí… Que la gran noticia era cierta :

Cristo Jesus, nuestro Rey de Reyes, El Señor, Nuestro amor… ¡Ha resucitado!


Pequé Señor… Ten Misericordia de mí… Pecamos Señor y nos pesa…
Ten Misericordia de Nosotros.
Padre Nuestro                                 Ave María                                          Gloria

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Pregón Pascual
  

Porque Él ha pagado por nosotros al eterno Padre
 La deuda de Adán  y, derramando su Sangre,
Canceló el recibo,  del antiguo pecado.

Esta es la noche en la que por toda la tierra,
 Los que confiesan su fe en Cristo, son arrancados
 De los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado,
 Son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

 Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte,
 Cristo asciende victorioso del abismo.
 ¿De qué nos serviría haber nacido  si no hubiéramos sido rescatados?

 ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
 ¡Qué incomparable ternura y caridad!
 ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

 Necesario fue el pecado de Adán,
 Que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
 ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

 ¡Qué noche tan dichosa!
 Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó del abismo.
 ¡Qué noche tan dichosa  en que se une el cielo con la tierra!,
¡Lo humano con lo divino!

Amen

Y lleno de alegría por la Resurrección de Cristo solo nos resta preguntarnos:


¡Resucitaremos con El, o permaneceremos caídos!


MARIA CRISTINA ALVARADO VEGA
MARIA EUGENIA ALVARADO VEGA
GUILLERMO ALVARADO VEGA




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