Al momento de levantarnos a comulgar todos
los del equipo de Promatrimonio vimos a un niño valiente, un pequeño de unos
doce años al que la vida le pidió un esfuerzo extra. Gerardo, que después
supimos, que así se llama este Campeón, tiene una enfermedad, que no le permite
caminar ni mover su cuerpo naturalmente, pero a pesar de ello y con toda
dignidad, caminaba con sus muletas para recibir El Cuerpo de Cristo.
Su Papa caminaba atrás de él, pero no lo
sobreprotegía, simplemente le permitía hacer su mejor esfuerzo para lograr dar
un paso y luego otro. Y así lo que para ti y para mí es cotidiano, para Gerardo
es un gran esfuerzo y una meta cumplida.
El domingo pasado regresamos al templo de
Jardines y estábamos oyendo la Homilía cuando de repente, Gerardo se levantó
para irse a confesar y ¡pum!, un mazazo sobre mi cabeza… ¡Un angelito sin
pecados se levanta a confesar! …
Y yo decidiendo cuando es el momento
oportuno, valorando el tamaño de mis pecados, para juzgar cuando “le hago el
favor a Jesús, de acercarme a la reconciliación”.
Ah tarde en entenderlo, pero luego al ver su
mirada y la sonrisa de este niño guapo lo entendí:
Gerardo no va a pedir que le perdonen
sus pecados…
Gerardo va a ver a su amigo Jesús.
Tal vez platicando con él, le pida por sus
papitos y por sus hermanas, pero tal vez también le pida por los que vamos a
Misa con él, o tal vez también, Dios así lo quiera, le pida por tipos tan
soberbios como yo, que creemos no necesitar del sacramento de la Reconciliación.
Gracias Gerardo, porque como dice Fanny mi
esposa, verte es inundarme de amor, gracias porque verte es querer dejar esta
vida light y por fin volverme “Hombre”, y luchar con valentía mis
propias batallas, como tú a cada instante, luchas por las tuyas.
Gracias Gerardo, por permitirme contemplar el
Rostro de Jesús en tu sonrisa.
Gracias Gerardo, me siento honrado de
compartir el mundo… Y el Amor de Dios contigo
Autor: Guillermo
Alvarado Vega
No hay comentarios.:
Publicar un comentario