domingo, 9 de abril de 2017

¡Todo va a estar bien!


Cuando los vientos de la tempestad, destrozan las velas del alma… Cuando al final del túnel solo se ve oscuridad, cuando nos sentimos impotentes, porque nada de lo que nosotros podamos hacer cambiara las cosas… Cuando una enfermedad, una crisis económica, la traición de un amigo, la soledad, la tristeza o nuestros propios pecados, nos arrastran hasta el fondo…

Como desearíamos oír que alguien nos dijera:
Tranquila/Tranquilo… Todo va a estar bien.
Pero si la persona que pronuncia estas palabras: Nos ama intensamente, verdaderamente, si esa persona nos trasmite su paz, y nos mira con ternura, y se solidariza con nosotros, y además nos acompaña y nos abraza…  Si para esa persona, somos lo más importante y nos regala su tiempo, y somos su prioridad…
Pero si además, de todas estas caricias, esa persona, realmente puede ayudarnos…
Si la persona que nos dice: Todo va a estar bien, tiene “El Poder” para resolver lo que nos angustia, lo que nos preocupa, lo que nos está matando, entonces Esa Persona, no puede ser otro que:
El Señor Jesús, El Hijo de Dios, El Cristo

O sea, mi amigo… Mi mejor amigo, mi compañero de viaje, mi luz en la oscuridad…
El Rey de Reyes que me trata como “su hijo” y nunca como esclavo…
Él que es mi confidente, al que puedo contarle todo… Incluso lo peor de mi vida.
Él que nunca me rechaza, nunca me critica, siempre me da opciones de vida, y me sigue amando, aún en los momentos en que yo le vuelvo la espalda, y Él me sonríe… Aun cuando lo olvido.
Él que siempre está en la puerta de mi vida, esperando a que yo le pida que entre.
Todo va a estar bien, es una frase que he escuchado repetidamente, cada que alguien me cuenta una historia, donde Jesús lo tomo en sus fuertes y poderosos brazos y lo llevo adelante.
Todo va a estar bien, es “la frase predilecta de Dios”…
Y si a veces no la escuchamos, es porque las voces del mal hacen tanto ruido, que no nos dejan oírla, pero si quitamos la interferencia de nuestros complejos de culpa, de no valorarnos como lo que somos: Hijos favoritos del Rey, entonces escucharemos en los momentos más difíciles de nuestra vida… Todo va a estar bien…
Y eso es lo que nuestros oídos, nuestro cerebro y nuestro corazón escucharan, cuando dejemos de hacer juegos mentales y nos abandonemos en las manos de Dios, cuando escuchemos La Voz del Verbo… Cuando nos dejemos empapar por los dones del Espíritu Santo…
¿No me crees?

Te cuento una historia verdadera, la vivencia de Héctor, un muchacho joven, de 31 años, abogado de profesión, deportista, alto, fuerte, alegre y simpático.
Cuando él participo en Las Pláticas Prematrimoniales de San Max, y llego el momento de dar su testimonio de la presencia de Jesús en su vida, Héctor apretó fuertemente la mano de Andrea, su novia y se puso de pie…Yo quiero compartir con ustedes que… Y las lágrimas invadieron sus ojos, bajo la cabeza y continúo por casi 2 minutos estremeciéndose en un llanto de emoción, hasta que Andrea lo abrazo y cuando se hubo calmado, le dijo: Vamos, compártelo… Es una historia que merece ser contada.Mi papa, dijo Héctor con la voz todavía entrecortada, Mi Papa es el mejor hombre del mundo. Es mi ídolo, mi héroe, mi ejemplo a seguir. Él tiene 55 años y es el mejor abogado del mundo… Es honesto, trabajador, inteligente y ayuda a todas las personas que se cruzan en su camino, lo merezcan o no. Según dice mi abuela es el mejor hijo y el mejor hermano y el mejor esposo.Es el centro de unión de sus amigos, es un tenista excelente, un ser humano alegre, bromista y simpático, que siempre nos tiene a todos, muertos de la risa… Y hasta hace 8 meses, tenía una salud envidiable.
Eduardo, que así se llama mi Papa, empezó a sentirse mal, se mareaba, estaba desganado y sin fuerzas, así que fue a ver a nuestro doctor familiar. Él lo revisó y con cara de preocupación, lo mando con un urólogo, quien después de revisarlo le explico: Tiene usted, una rara enfermedad que va dañando lo riñones mes con mes, no sabemos que la causa y por tal motivo, no podemos atacarla. Lo único que podemos hacer es ir controlando los síntomas, a fin de que el proceso sea menos doloroso, y ganar 1 o 2 meses más de supervivencia.La familia no podía aceptar que mi Padre fuera a morir en un año, así que tomamos nuestras maletas y nos fuimos a Houston a consultar al mejor especialista del mundo. El Doctor, por cierto de origen mexicano, le realizo análisis, exámenes, pruebas y nos dijo… Exactamente lo mismo que el médico de León. Sus riñones se irán degenerando, hasta que usted… Muera.
Regresamos deprimidos, tristes, desalentados y enojados con Dios.
Mi padre empezó a perder mensualmente un 10% del funcionamiento de sus riñones, y con ello, ciertas capacidades físicas, como jugar tenis, hacer ejercicio e ir a trabajar.Mi abuela nos reunió en su casa y nos dijo: Los doctores han dicho que ya no hay nada que hacer. Y eso no es cierto, hagamos lo que siempre hemos hecho: Orar.
Yo me rebele y le dije: ¿Para qué? Si ese Dios en el que siempre hemos creído y confiado va a “matar” a mi Papa… Ella me abrazo y me dijo: “Todo va a estar bien”. Dios nos ama, Dios está con nosotros, Él va a hacer, lo que sea mejor para la familia… Aunque hoy nos cueste aceptarlo, ora y confía en Él.
Y así lo hicimos, a pesar de un evidente deterioro en la salud de Papa, toda la familia nos unimos, oramos juntos, aumentamos nuestra presencia en los Sacramentos, visitábamos a La Virgen de Guadalupe y siempre, al orar a Jesús le pedíamos: Que no se haga nuestra voluntad sino la tuya.
Papa tenía  ya un 60% de funcionamiento, en sus riñones, estaba encerrado en la casa, dejo de trabajar, de ver a sus amigos, perdió su buen humor, y empezó a preparar todo para… Su muerte.
Mi mama, Andrea mi novia, que es como una hija para mis papas, y yo lo veíamos tan mal, tan deprimido, que pensamos de qué forma podríamos levantarle el ánimo.
Mi mama dijo: ¿Saben qué?, él siempre nos platica de sus “travesuras” en Guanajuato, cuando estudiaba Leyes… ¿Por qué no lo llevamos este domingo a comer allá?
Nos costó mucho trabajo convencerlo… Simplemente no quería salir, estaba enojado, frustrado y ahora lo entiendo… Con mucho miedo.
Pero fue Andrea, a la que nunca le niega nada, la que lo convenció. Y ahí vamos el domingo, llegamos a un Restaurante llamado “El Gallo Pitagórico”, el volvió a contarnos sus aventuras, se olvidó un poco de su enfermedad y recordó sus tiempos felices de estudiante. Fue una comida deliciosa, como no la habíamos tenido hacía 3 meses. Pagamos la cuenta y nos levantamos para regresar a León, cuando de repente…
Un hombre que estaba sentado en una mesa con otras personas, se levantó, se paró frente a mi Papa, lo tomó de las manos y le dijo: “Tranquilo, todo va a estar bien”.
Le soltó las manos, volvió a sentarse y siguió platicando con sus amigos como si nada.
Los 4 nos volteamos a ver sorprendidos, bajamos las escaleras y ya en la camioneta le preguntamos a coro:
¿Quién era ese señor?... ¿Por qué te dijo eso?... ¿Lo conoces?... ¿Era un compañero de escuela?
Mi padre desconcertado  y pensativo nos dijo: ¡No lo conozco!... ¡No sé quién sea!... ¡Nunca en mi vida lo había visto!... Pero cuando me hablo, me dio una paz increíble, “sentí” que lo conocía de toda la vida… No se… Fue algo raro ¿verdad?
Sí papa yo creí que te iba a reclamar algo… ¡Casi lo golpeo!, y todos rieron a coro.
Al día siguiente, mi padre tenía su consulta mensual, sus riñones debían de estar funcionando ya al 50%. El doctor, salió muy serio y nos dijo: No quiero que se ilusionen, les repito que no conocemos esta enfermedad… Pero este mes sus riñones no se deterioraron, siguen al 60%.
Al mes siguiente del “Encuentro”, sus riñones ya funcionaban al 70% y ya este lunes pasado, en que fue a su consulta, están al 90%.
Y la cara de felicidad de Héctor y de Andrea nos contagió a todos, pero quizá lo más hermoso fue cuando me di vuelta para ver la imagen de Jesús que tenemos en el pizarrón y note emocionado esa cara de complicidad con la que nos veía, como diciéndonos a todos…

Tranquilo, tranquila… Todo va a estar Bien.


Autor: GUILLERMO ALVARADO VEGA

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