Cuando
los vientos de la tempestad, destrozan las velas del alma… Cuando al final del
túnel solo se ve oscuridad, cuando nos sentimos impotentes, porque nada de lo
que nosotros podamos hacer cambiara las cosas… Cuando una enfermedad, una
crisis económica, la traición de un amigo, la soledad, la tristeza o nuestros
propios pecados, nos arrastran hasta el fondo…
Como
desearíamos oír que alguien nos dijera:
Tranquila/Tranquilo…
Todo va a estar bien.
Pero
si la persona que pronuncia estas palabras: Nos ama intensamente,
verdaderamente, si esa persona nos trasmite su paz, y nos mira con ternura, y
se solidariza con nosotros, y además nos acompaña y nos abraza… Si para esa persona, somos lo más importante
y nos regala su tiempo, y somos su prioridad…
Pero
si además, de todas estas caricias, esa persona, realmente puede ayudarnos…
Si
la persona que nos dice: Todo va a estar
bien, tiene “El Poder” para resolver lo que nos angustia, lo que nos
preocupa, lo que nos está matando, entonces Esa Persona, no puede ser otro que:
El
Señor Jesús, El Hijo de Dios, El Cristo
O
sea, mi amigo… Mi mejor amigo, mi compañero de viaje, mi luz en la oscuridad…
El
Rey de Reyes que me trata como “su hijo” y nunca como esclavo…
Él
que es mi confidente, al que puedo contarle todo… Incluso lo peor de mi vida.
Él
que nunca me rechaza, nunca me critica, siempre me da opciones de vida, y me
sigue amando, aún en los momentos en que yo le vuelvo la espalda, y Él me
sonríe… Aun cuando lo olvido.
Él
que siempre está en la puerta de mi vida, esperando a que yo le pida que entre.
Todo va a estar bien, es
una frase que he escuchado repetidamente, cada que alguien me cuenta una
historia, donde Jesús lo tomo en sus fuertes y poderosos brazos y lo llevo
adelante.
Todo va a estar bien, es
“la frase predilecta de Dios”…
Y si
a veces no la escuchamos, es porque las voces del mal hacen tanto ruido, que no
nos dejan oírla, pero si quitamos la interferencia de nuestros complejos de
culpa, de no valorarnos como lo que somos: Hijos favoritos del Rey, entonces
escucharemos en los momentos más difíciles de nuestra vida… Todo
va a estar bien…
Y
eso es lo que nuestros oídos, nuestro cerebro y nuestro corazón escucharan,
cuando dejemos de hacer juegos mentales y nos abandonemos en las manos de Dios,
cuando escuchemos La Voz del Verbo… Cuando nos dejemos empapar por los dones
del Espíritu Santo…
¿No
me crees?
Te
cuento una historia verdadera, la vivencia de Héctor, un muchacho joven, de 31
años, abogado de profesión, deportista, alto, fuerte, alegre y simpático.
Cuando
él participo en Las Pláticas Prematrimoniales de San Max, y llego el momento de
dar su testimonio de la presencia de Jesús en su vida, Héctor apretó
fuertemente la mano de Andrea, su novia y se puso de pie…Yo
quiero compartir con ustedes que… Y las lágrimas invadieron sus ojos, bajo la
cabeza y continúo por casi 2 minutos estremeciéndose en un llanto de emoción,
hasta que Andrea lo abrazo y cuando se hubo calmado, le dijo: Vamos,
compártelo… Es una historia que merece ser contada.Mi
papa, dijo Héctor con la voz todavía entrecortada, Mi Papa es el mejor hombre
del mundo. Es mi ídolo, mi héroe, mi ejemplo a seguir. Él tiene 55 años y es el
mejor abogado del mundo… Es honesto, trabajador, inteligente y ayuda a todas
las personas que se cruzan en su camino, lo merezcan o no. Según dice mi abuela
es el mejor hijo y el mejor hermano y el mejor esposo.Es
el centro de unión de sus amigos, es un tenista excelente, un ser humano
alegre, bromista y simpático, que siempre nos tiene a todos, muertos de la
risa… Y hasta hace 8 meses, tenía una salud envidiable.

Regresamos
deprimidos, tristes, desalentados y enojados con Dios.
Mi
padre empezó a perder mensualmente un 10% del funcionamiento de sus riñones, y
con ello, ciertas capacidades físicas, como jugar tenis, hacer ejercicio e ir a
trabajar.Mi
abuela nos reunió en su casa y nos dijo: Los doctores han dicho que ya no hay
nada que hacer. Y eso no es cierto, hagamos lo que siempre hemos hecho: Orar.
Yo
me rebele y le dije: ¿Para qué? Si ese Dios en el que siempre hemos creído y
confiado va a “matar” a mi Papa… Ella me abrazo y me dijo: “Todo va a estar bien”. Dios
nos ama, Dios está con nosotros, Él va a hacer, lo que sea mejor para la
familia… Aunque hoy nos cueste aceptarlo, ora y confía en Él.
Y
así lo hicimos, a pesar de un evidente deterioro en la salud de Papa, toda la
familia nos unimos, oramos juntos, aumentamos nuestra presencia en los
Sacramentos, visitábamos a La Virgen de Guadalupe y siempre, al orar a Jesús le
pedíamos: Que no se haga nuestra voluntad sino la tuya.
Papa
tenía ya un 60% de funcionamiento, en
sus riñones, estaba encerrado en la casa, dejo de trabajar, de ver a sus
amigos, perdió su buen humor, y empezó a preparar todo para… Su muerte.
Mi
mama, Andrea mi novia, que es como una hija para mis papas, y yo lo veíamos tan
mal, tan deprimido, que pensamos de qué forma podríamos levantarle el ánimo.
Mi
mama dijo: ¿Saben qué?, él siempre nos platica de sus “travesuras” en
Guanajuato, cuando estudiaba Leyes… ¿Por qué no lo llevamos este domingo a
comer allá?
Nos
costó mucho trabajo convencerlo… Simplemente no quería salir, estaba enojado,
frustrado y ahora lo entiendo… Con mucho miedo.

Un
hombre que estaba sentado en una mesa con otras personas, se levantó, se paró
frente a mi Papa, lo tomó de las manos y le dijo: “Tranquilo, todo va a estar
bien”.
Le
soltó las manos, volvió a sentarse y siguió platicando con sus amigos como si
nada.
Los
4 nos volteamos a ver sorprendidos, bajamos las escaleras y ya en la camioneta
le preguntamos a coro:
¿Quién
era ese señor?... ¿Por qué te dijo eso?... ¿Lo conoces?... ¿Era un compañero de
escuela?

Sí
papa yo creí que te iba a reclamar algo… ¡Casi lo golpeo!, y todos rieron a
coro.
Al
día siguiente, mi padre tenía su consulta mensual, sus riñones debían de estar
funcionando ya al 50%. El doctor, salió muy serio y nos dijo: No quiero que se
ilusionen, les repito que no conocemos esta enfermedad… Pero este mes sus
riñones no se deterioraron, siguen al 60%.
Al
mes siguiente del “Encuentro”, sus riñones ya funcionaban al 70% y ya este lunes
pasado, en que fue a su consulta, están al 90%.
Y la
cara de felicidad de Héctor y de Andrea nos contagió a todos, pero quizá lo más
hermoso fue cuando me di vuelta para ver la imagen de Jesús que tenemos en el
pizarrón y note emocionado esa cara de complicidad con la que nos veía, como
diciéndonos a todos…
Tranquilo,
tranquila… Todo va a estar Bien.
Autor:
GUILLERMO ALVARADO VEGA
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