domingo, 30 de abril de 2017

Morris: “Una Historia de Vida”




Desde que se vieron por primera vez, Miriam y Carlos supieron que sus caminos se cruzarían, para no separarse jamás. Después de un hermoso noviazgo, por fin llego el día de la boda, ella linda, fiel y enamorada cumple su promesa y va a entregar su amor. Él fuerte y enamorado, la espera ilusionado en el altar. Al poco tiempo supieron que Carlos Gerardo venía en camino y la ilusión de su primer hijo lleno de amor y de felicidad su hogar.
No mucho tiempo después Edgar, llego para confirmarles que a todos los hijos se leas ama por igual y que no importa el momento, ni el lugar que ocupen, la bendición de un hijo, es el más grande regalo de amor que Dios nos da. Hace treinta y dos años, con la familia firme y cimentada recibieron la noticia de que iban a ser padres por tercera vez, la felicidad era ahora compartida por los cuatro, lo que la hacía más plena y total.
Habían pasado apenas dos meses del embarazo, estamos ubicados en León Guanajuato en el año de 1982, cuando Miriam se empezó a sentir mal, todos pensaron que eran los síntomas normales del embarazo, pero por precaución programo una visita con su Doctor. El médico la reviso y Miriam noto cierta preocupación en su rostro. El solicito algunos análisis y cuando los tuvo en las manos los cito y les dio el diagnóstico: Señora, tiene usted Rubiola y eso es algo muy peligroso para usted y prácticamente fatal para su bebe. A la mayoría de las personas les dan algunos síntomas de la enfermedad, pero usted los presenta todos, la situación es grave. Yo como Medico tengo que sugerirle que aborte al bebe. Como hombre de Dios,  mi idea es diferente, pero como profesional de la medicina, debo indicarle que aborte al bebe, que seguramente de llegar a nacer, lo hará con muchos problemas, pero lo que más me preocupa Señora, es que su vida correría un serio peligro. Miriam soltó el llanto y se cubrió la cara con las manos, el Doctor apretó los puños y salió a recepción, ahí se encontraba Carlos, impaciente y preocupado. El medico se sentó a su lado y le repitió lo que le había explicado a Miriam. Carlos se puso serio, le pidió unos minutos, paseo nervioso por el lugar.
Miles de ideas llegaban a su mente. “Si pierdo a Miriam, dejaría huérfanos a mis dos pequeños hijos” “Si pierdo a Miriam, pierdo más de la mitad de mi vida, yo no puedo seguir viviendo sin ella”.
“Si él bebe nace, seguramente tendrá problemas y su vida no será como la de mis otros hijos”
“Pero ¿Por qué le negaría al bebe la oportunidad de vida, que tuvieron los dos primeros? “Tú lo sabes Bebe, aún no te conozco pero ya te amo” ¿Qué hago Señor Dios? ¿Qué hago?  
Un viento cálido soplo, y por un brevísimo instante la angustia desapareció. Carlos se sintió abrazado y una inyección de optimismo, lleno su cuerpo y su ser. Entro decidido a la oficina del doctor, abrazo a Miriam y viendo fijamente al médico le dijeron: No Doctor, no abortamos, este Bebe nacerá y nacerá bien. Miriam dijo con voz entrecortada, “Creemos en Dios y dejaremos todo en sus manos”, el Doctor suspiro, y dijo “Gracias”. Si ustedes hubieran decidido abortar yo los hubiera tenido que canalizar con algún otro colega. Fueron siete meses donde la Fe se puso a prueba, gente que se enteraba los criticaba, le decían irresponsable a Carlos. Otros más, los más amados siempre los apoyaron.
Llego el día del parto… El Médico con lágrimas en los ojos, puso al bebe en los brazos de Miriam y le dijo: “Aquí  está nuestro milagro”…
Él Bebe está perfectamente sano y usted… También está muy bien.”
Actualmente Mauricio, -“Morris” para los amigos- está a punto de casarse con Mayra,  una niña linda con un hermoso corazón, “coincidencia” total de Morris.
Es un joven profesionista, que trabaja con Carlos, su papa, que adora y valora a su mamá, que lleva una excelente relación con sus hermanos y con sus amigos.
Mauricio dedica su “tiempo libre” al apostolado de formar grupos juveniles y actualmente coordina a un grupo de casi cincuenta profesionistas jóvenes,  que se reúnen para ayudar y dar testimonio del Amor del Señor Jesús. ¡Gloria a Dios!


Autor: Guillermo Alvarado Vega

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