domingo, 2 de abril de 2017

Daniela

Daniela
Era el primer día de clases en la Universidad Iberoamericana de León, Daniela llegó al salón donde iniciaría su carrera de Licenciada en Comercio Exterior y Aduanas.
Dado que la mayoría de sus compañeros venían juntos desde la prepa del Lux, rápidamente encontró un grupo donde ubicarse, con amigos y amigas de varios años.
Platicaban animadamente de las vacaciones, cuando por la puerta asomó la cabeza un muchacho nuevo y desconocido que pregunto:
¿Es aquí la clase de economía de Comercio exterior? Los muchachos contestaron que sí, sin prestarle la menor atención, pero las muchachas sí notaron de inmediato el tono varonil y educado del “nuevo”, que además era guapo, alto y atlético.
Daniela lo noto también, pero no comentó nada con sus amigas, porque para ella el impacto fue tremendo. Una química inmediata, una atracción tremenda, ese sentimiento que a veces nos llega, de que conocemos a esa persona… o que hemos estado esperando toda la vida para conocerla.
En ese momento entró el maestro y todos tomaron un lugar; Mariano se sentó en la banca de atrás de Daniela, y se vio envuelta por su perfume varonil.
Terminada la primera clase, Mariano se puso de pie y sonriendo comento:
Hola soy Mariano Garza, tu nuevo compañero, vengo de Monterrey y no pensé que en León hubiera muchachas tan bonitas como tú. A Daniela se le subieron todos los colores a la cara, extendió la mano y dijo algo así como:
Yo soy… estudiante… de Comercio… yo soy.
Mariano sonrió, con una sonrisa fresca y sincera, beso su mejilla y le dijo: supongo que sí, porque estamos en el salón de comercio exterior, pero ¿cómo te llamas bonita? Daniela se quería morir y contesto: Danny.
A partir de ese momento, Mariano no se separó de Danny, se “invitó” a comer a su casa, estudiaban juntos, hacían trabajos juntos, convirtió a Danny en su guía de turistas y lo llevo a conocer Guanajuato, San Miguel, Cristo Rey y todo León.
Danny fue también la envidia de sus compañeras, pues sin ser la más sociable ni la más bonita, había conquistado al nuevo.
Cumplían dos meses de haberse conocido cuando Mariano le propuso a Danny ser su novia, ella aceptó de inmediato y vivió los próximos 5 años, la más hermosa e increíble historia de amor.
Terminaron la carrera, se recibieron juntos, sus familias se conocieron y además simpatizaron.
Mariano se colocó en una de las nuevas empresas automotrices que están instalándose en El Bajío, mientras que Danny, ya trabajaba con su tío Federico, al que apoyaba en las exportaciones de su fábrica de zapatos.
Se comprometieron en matrimonio y se fijó la fecha para el 26 de Julio del 2008.
¿Danny se preguntaba si acaso se podría ser más feliz?...
Un novio que la amaba profundamente, y que además de guapo, era atento, cariñoso, detallista, prudente… sus dos familias católicas, hermosas, solidarias, respetuosas, ellos dos con muy buenos trabajos, con excelentes amigos, con muy buena salud… ¿acaso se podría ser más feliz?
El sábado 12 de julio, justo 15 días antes de la boda, Mariano paso temprano a casa de Danny a recoger una invitaciones que iba a repartir entre sus compañeros de trabajo, la beso, la abrazo y saco como un mago, una rosa roja que llevaba escondida en algún lado, Se despidió de ella y se fue en su auto rumbo a Silao, para un día más de trabajo antes de tomar sus vacaciones por la inminente boda.
Danny lo vio irse, aspirando ese perfume que siempre se quedaba impregnado en su nariz, en su mente y en su corazón. Sonrió enamorada y continuo arreglándose para irse a trabajar.
Eran casi las once de la mañana, cuando sus papás se presentaron en su oficina, acompañados del tío Federico, quién normalmente no iba a trabajar los sábados.
Danny se levantó de su silla sorprendida y caminó hacia ellos. Su mama se adelantó y la abrazo llorando. Danny preguntó: ¿Qué pasa?
Su padre las abrazo a las dos y le dijo:

Mariano tuvo un accidente y se mató en la carretera.   
Daniela cayó desmayada en brazos de su padre… unas horas después, despertó en la Medica Campestre, rodeada de su familia, movió la cabeza, los miró y dijo;
¡No no puede ser!, ¡Dios eres un asesino!, ¡que te hicimos!, ¡Si Mariano era un hombre bueno¡¿Por qué? ¿Por qué?... No, no, no puede ser, te odio Dios, te odio.
Estuvo un día más en el sanatorio, dormida con sedantes, salió con lentes oscuros y el alma ensombrecida, salió directo para estar en la misa de cenizas, que preparo la familia de Mariano, antes de partir a Monterrey.
Fueron inútiles los cariños de la familia de Mariano, de sus amigos y de su propia familia. Daniela lloraba todo el día y seguía enojada y reclamándole a Dios.
El día 26 de julio, fecha programada para su boda, Daniela se encerró en su cuarto y no salió ni para comer.
Sin embargo el lunes 28, de julio, se arregló, se vistió y se fue a trabajar; Dejo de llorar delante de sus papas y en su oficina, pero todo el demás tiempo lloraba sin parar, lloraba mientras iba manejando, mientras se bañaba, y sola en su cuarto no paraba de llorar.
Circulaba a medio día por paseos del moral, para dar vuelta en Alonso de Torres. Y normalmente a esa hora, puedes tardar tres o cuatro semáforos en alto, para poder dar la vuelta... Danny lloraba detrás de sus lentes oscuros, hacía tres semanas que Mariano había muerto.
“El Hombre” que circulaba en el auto que iba delante de ella, se bajó de su carro y camino hacia la ventanilla de Danny, quién distraída, la había dejado abierta. Al verlo venir hacia ella, Daniela se espantó, pensó que sin querer le había pegado o que “El Hombre” iba a asaltarla...
Él se detuvo delante de ella, la miro con infinita ternura, se apoyó en el marco de la puerta y le dijo:
“Tranquila, todo va a estar bien”


Sonrió y camino para subirse a su auto. 
Danny se quedó como hipnotizada y solo reaccionó cuando el carro de atrás le toco el claxon. Dio media vuelta y se dirigió al templo más cercano, entró caminando tranquila y con una paz en su alma, que no había sentido en los últimos 21 días.
Entro al Sagrario, se sentó mirando cara a cara a Jesús, estuvo ahí más de quince minutos platicando con Él, sonrió mientras una solitaria lágrima, rodaba en su mejilla, entonces se levantó y dijo: ¡Perdóname Jesús!, ¡Perdóname por favor!
Daniela salió del templo se subió a su auto, y por primera vez en tres semanas ya no sintió la loza que le oprimía el pecho, desde luego no estaba feliz, pero entendió que no había perdido a Mariano, que más bien, había vivido 5 años maravillosos a su lado que no cambiaría por nada.
Volvió al trabajo, volvió a sonreír y quizá un poco más seria y serena, pero volvió a ser la niña linda y tierna que siempre había sido.
Alberto
Danny conoció a Alberto, él trabajaba en la agencia aduanal que tramitaba los permisos para la exportación de la fábrica, tenían contacto diario y a veces debían viajar juntos.
Alberto se enteró de la muerte de Mariano, y discreto y reservado, siempre estuvo junto de ella. El tiempo de trabajos juntos, permitió que Danny desahogara su dolor y su recién encontrado optimismo, en los oídos y corazón de Alberto.
Inevitablemente se enamoró de ella y con la sinceridad de una limpia amistad, Danny le dijo que no estaba preparada para iniciar una nueva relación; Alberto lo entendió y solo le pidió que le permitiera, permanecer a su lado.
Al día siguiente de que se cumplieran dos años de la muerte de Mariano, Danny invitó a Alberto a tomar un café en Corazón de Pan en el parque de panorama, se saludaron y Danny le dijo: Aún quieres que sea tu novia.
Alberto se emocionó, y con voz ronca le dijo: ¡Con toda mi alma!
Fueron novios año y medio, y decidieron casarse, asistieron a las pláticas prematrimoniales de San Max, donde Danny, hecha un mar de lágrimas, y apretando fuertemente la mano de Alberto, nos contó esta historia, respondiendo a la pregunta que les hacemos, cuando develamos una Imagen de Jesús:
Para ti… ¿Quién es este Señor?
Y Danny nos dijo:
Ese Señor es el que me regaló cinco años de Mariano, el que me curó el alma cuando estaba destrozada… Y el que me regalo a Alberto, el nuevo amor de mi vida:
¿Acaso se puede ser más feliz?

“Si tienes desgarrada tu alma… Tranquilo, tranquila, todo va a estar bien”

 Autor: Guillermo Alvarado vega


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