domingo, 30 de abril de 2017

Rino


Amanecía en las colinas de Trento, al Norte de Italia.
En una pequeña casa, al final del callejón se escuchó un fuerte llanto de bebe.
Eran las cinco de la mañana, siempre tan madrugador, y Rino el segundo hijo de la Familia Merci, había llegado al mundo con grandes planes para él. 
Corría el año de 1938, su país entraba en Guerra, aliado de Japón y Alemania, serán derrotados siete años después, por las grandes potencias occidentales.
Fueron años muy difíciles para los italianos y para la familia Merci, pues tenían una vocación de paz y de ayuda a sus semejantes, por lo que el trabajo y el peligro se multiplico para ellos.
Rino tenía trece años cuando Jesús lo llamo, de una manera tierna y dulce… El Señor lo tomó en sus dulces y amorosas manos y le dijo: Rino ¡Te necesito!           
Y así el joven italiano entró al Seminario de los Pavonianos, una orden religiosa dedicada al apoyo de los niños y jóvenes más desprotegidos.
Ludovico Pavoni, su fundador, renuncia a “los beneficios” de la carrera eclesiástica” y establece en 1814, El Oratorio de San Luis Gonzaga, que fue creado para evangelizar a los niños y jóvenes, pero posteriormente se da cuenta de que no es suficiente y crea en 1821 El Instituto San Bernabé, una “Escuela de oficios”, donde los muchachos aprenden una forma de conocer a Dios y ganarse la vida.

En 1847 para garantizar la continuidad de la obra, Pavoni funda La Congregación de Los Hijos de María Inmaculada, que agrupa a sacerdotes, religiosos y laicos, dedicados al cuidado de los jóvenes.
En esta Orden es donde posteriormente ingresa Rino Merci.
Después de varios años de sacerdocio, Rino es llamado por su superior, quien le indica que viaja a México, para fundar dos albergues para jóvenes. 
La familia del Padre Rino, no tenía una idea clara de donde estaba México, solo sabían que era lejano y que serían pocas las veces que podrían abrazar y estrechar al Padre Rino.
En el año de 1999, El Padre Rino Merci llega a Atotonilco El Alto Jalisco, y después de entrevistarse con El Obispo, se asienta en una Parroquia y funda su albergue. 
Ahí recibe un promedio de 30 a 35 niños por año, son niños a los cuales la pobreza de sus padres les impide, tenerlos, alimentarlos y educarlos, por lo que de lunes a viernes se los llevan al Padre Rino, y el sábado los recogen y se los llevan a sus casas el fin de semana. 
Existen otros pocos que no tienen a nadie en el mundo, y que están permanentemente con El Padre Rino. Actualmente son veintinueve, los niños y jóvenes que cuida, alimenta, educa y evangeliza El Padre y la verdad no es fácil, porque él es el responsable de allegarse los recursos materiales para mantenerlos, los recursos pedagógicos para educarlos, de buscar gente buena y dispuesta que le ayude en la Evangelización, pero quizá lo más difícil, lo que más trabajo le cuesta al Padre, es  encontrar la forma de decirle a esos niños, golpeados, abandonados, en extrema pobreza, abusados, olvidados, desechados por la sociedad…


¡Que Dios los Ama… y que eso es cierto!

Pero si el mundo se les volvió en contra, si nosotros los hemos olvidado, El Padre Rino con su firme dulzura, con el amor a Dios, que transpira por los poros, y ese cuidado paternal que les brinda, logra convencer a la mayoría, que Dios los ama, y que, aunque en la vida les toco el camino más difícil, Dios los ama y tiene planes maravillosos para cada uno de ellos.
El Padre Rino se levanta a las cinco de la madrugada cada día para prepararles el desayuno y hacerles un lunch que se llevan a la escuela, va a dejar a los más pequeños y los grandes le ayudan con los medianos. Comen juntos, y en la tarde les da la catequesis, por las noches les da la cena y los arropa a cada uno.

Quien tenga dos o tres hijos sabe, que los niños en la noche se enferman, que se la pasan peleando todo el día, que unos estudian y otros no, que unos se ponen tristes y otros están exageradamente inquietos… ¡Imagínense con veintinueve!
Afortunadamente El Padre cuenta con una Doctora disponible las veinticuatro horas, con varias personas, (te quiero Maestra eres mi heroína), que lo apoyan y así delicadamente como es Él, Jesús va tejiendo una red de solidaridad para ayudar a los chiquillos y también, aunque a veces no se dan cuenta, a los solidarios.
En este tipo de apostolados lo más difícil es conservar el aliento, el optimismo, porque después de una semana de avances, donde los chiquitos se van bien a sus casas, regresan el lunes, otra vez mal, pues vuelven a su medio, que muchas veces, está lleno de drogas, violencia, indiferencia, familias disfuncionales, abusos, ¿qué se yo?

Y nuevamente hay que volver a empezar a abrigar cuerpos y reparar corazones, pero el Padre Rino es el Superman del Aliento, del optimismo, de la alegría, del esfuerzo diario, y de la valentía.
Si, alguna vez, El Padre Rino, se ha desalentado… Solo Jesús y él lo saben.
Milton, Cesar, Nachito, Carlitos y Juanpis, son 5 niños sin familia, El Padre los tiene todo el tiempo, aunque en vacaciones, busca que familia generosa se los lleve.
El Padre Rino comenta que sus 5 chiquillos, SI tienen familia, claro que la tienen…

Jesús, José y María, siempre están con ellos. ¿Alguien tiene una mejor?


REFLEXIÓN
Los Pavonianos tienen otro albergue de niños, en Lagos de Moreno, La Madre Manuela hace una labor similar en la Martinica, y también está La ciudad del Niño Don Bosco, aquí en León,…

A tu lado, muy cerca de ti y de mí, existen seres hermosos a los que la vida ha golpeado, abro mis ojos, abre tus ojos y ve hacia ellos, ayúdalos a entender que es cierto:
¡Que Dios los Ama!


Autor: Guillermo Alvarado Vega

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