domingo, 12 de marzo de 2017

"Un Árbol de Naranjas"


Enrique trabajaba en una de las empresas automotrices más grandes del país. Y como todos, aunque no ganaba mal, siempre andaba arañando el dinero al final de las quincenas. Ema su esposa, es y ha sido, su cimiento, su soporte, la tesorera familiar y el amor de su vida. Juntos procrearon a tres bellos hijos, dos hombres y una linda mujercita.
Y para ellos dos, una de sus principales preocupaciones, era encontrar una buena escuela, donde sus tres hijos lograran una educación integral, donde no solo enseñaran a sus hijos, conocimientos técnicos, sino también valores espirituales y humanos.
El problema es que la mayoría de las instituciones educativas que cumplían con sus expectativas, eran muy caras y fuera de su presupuesto. 
Hasta que un día, después  de tanto buscar, encontraron, una escuela que reunía todos los requisitos que buscaban. Inscribieron a sus tres pequeños y con un poco de esfuerzo, cada mes, pero lograban pagar puntualmente sus colegiaturas. Lo que siempre se les complicaba, era el pago de las inscripciones, pero afortunadamente, como Ema era una excelente administradora, cada mes iba ahorrando, una parte, para que llegado el momento, tuvieran ya ese dinero extra.
Enrique llego a su casa contento y optimista, para ayudarle a Ema a hacer las tareas y estudiar con sus hijos, en esa ocasión habían tenido que aprenderse todos los nombres de los emperadores aztecas.
Terminando de estudiar y ya con los niños dormidos, Ema tomo de la mano a Enrique y lo sentó en la sala… Ahí le enseño una circular de la escuela: Este año por disposiciones de la SEP, las inscripciones tendrían que pagarse en febrero, en vez de ser, como habían sido siempre, en agosto.
Qué vamos a hacer?
Está terminando enero y nos dan de plazo hasta el viernes 24 de Febrero para pagarlas y si no conseguimos el dinero, los “gordos” perderán su lugar en esta escuela que tanto nos llena y que nos tardamos tanto en encontrar.
Comenzaron a buscar, algún préstamo, algún financiamiento, pero cada una de las opciones que tenían se iban cerrando. La primera semana estuvieron tranquilos, la segunda y tercera, ya más preocupados y la última, prácticamente… ¡desesperados!
Ya era el domingo 19, y no habían podido conseguir el dinero, así que todos juntos, como cada semana, fueron a misa y le pidieron a Dios que dijera:
¡Sí Quiero!
Y así empezó la última semana; El miércoles 22, Enrique llego a la oficina, donde su función era vender a la red de distribuidores, los autos que su fábrica producía. Su puesto requería, muchas relaciones públicas, conocimiento y honestidad, porque a veces la escasez de algún modelo, provocaba que, algunos distribuidores corruptos, intentaran sobornarlo, para tener preferencias en la asignación de esos autos.
Fue precisamente ese día, cuando el representante de un distribuidor, llego con él y saco un sobre lleno de billetes de $ 500 y le dijo: Oiga Licenciado, que ahí le manda mi patrón. 
¿Y qué es esto? pregunto Enrique molesto.
A pues es lo que siempre le mandaban al que estaba antes en su puesto. 
No lo pensó ni un instante, devolvió el sobre de inmediato, ese sobre que hubiera resuelto el problema de las colegiaturas y le dijo: 
¡Dile a tu Patrón que mi honestidad no está en venta!, que prefiero seguir viendo a mi esposa y a mis hijos a la cara, que caer en el juego de la corrupción, que se guarde el sobre en…
Llego a su casa, molesto y le contó a Ema lo que había sucedido… Ema le dijo, con su habitual sabiduría:
No te preocupes mi amor, poco a poco te irán conociendo y sabrán que tú no te prestas a esas cosas, te amo mucho.
Enrique le dijo: Sé que ese dinero hubiera resuelto el problema de las inscripciones, pero se perfectamente, que ese no sería el Sí del Señor, que esa no sería su respuesta, así que seguimos esperando el Sí verdadero del Señor.

No tuvieron que esperar mucho, el jueves 23, el día anterior a que se cumpliera el plazo, recibieron un aviso del departamento de recursos humanos de la empresa, para que se reunieran en el auditorio, donde les dijeron: Durante los últimos años no se han generado utilidades para repartir entre el personal, dado que la empresa estaba construyendo, una nueva planta en Ramos Arizpe. Les queremos avisar, que una vez terminada la construcción, este año, si vamos otorgar el reparto de utilidades. 
El Primer Sí del Señor, pensó Enrique, sin embargo las utilidades siempre se dan a mediados de mayo… Muy buena noticia, pero no nos sirve para las colegiaturas…
El Director de Recursos Humanos continúo hablando… Y como en varios años no hemos repartido utilidades, la Dirección General nos ha autorizado, a que el día de hoy, se les entregue su cheque:
El Segundo Sí del Señor. ¡Fantástico pensó Quique!, pero… ¿Cuánto será?
Cuando recibió el cheque, y ya ustedes lo habrán adivinado: El importe exacto de las inscripciones…
El Tercer Si, del Señor.
Bueno, la verdad me contaba Enrique que les sobraron $ 500, que fueron a gastarse, todos juntos, en unos helados italianos que hay en la colonia Nápoles. 
Ema le preguntaba a Enrique:
¿Este regalo del Señor, será el premio de Dios por nuestra honradez?, No, contesto Enrique, este es solo, uno más, de los Regalos de Amor que a diario nos hace Jesús…
¿Si yo merezco algún premio?, ¡Ese premio son tú y los niños!

No te preocupes, si cuando le pides al Señor un árbol de naranjas…
Te regala una semilla…  Ahí, no lo dudes… ¡¡¡ Está tu árbol de naranjas!!!
 Solo dale tiempo.

Autor: Guillermo Alvarado Vega


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