Enrique trabajaba en una de las empresas automotrices
más grandes del país. Y como todos, aunque no ganaba mal, siempre andaba
arañando el dinero al final de las quincenas. Ema su esposa, es y ha sido, su
cimiento, su soporte, la tesorera familiar y el amor de su vida. Juntos
procrearon a tres bellos hijos, dos hombres y una linda mujercita.
Y para ellos dos, una de sus principales
preocupaciones, era encontrar una buena escuela, donde sus tres hijos lograran
una educación integral, donde no solo enseñaran a sus hijos, conocimientos
técnicos, sino también valores espirituales y humanos.
El problema es que la mayoría de las
instituciones educativas que cumplían con sus expectativas, eran muy caras y
fuera de su presupuesto.

Enrique llego a su casa contento y optimista,
para ayudarle a Ema a hacer las tareas y estudiar con sus hijos, en esa ocasión
habían tenido que aprenderse todos los nombres de los emperadores aztecas.
Terminando de estudiar y ya con los niños
dormidos, Ema tomo de la mano a Enrique y lo sentó en la sala… Ahí le enseño
una circular de la escuela: Este
año por disposiciones de la SEP, las inscripciones tendrían que pagarse en febrero,
en vez de ser, como habían sido siempre, en agosto.
Qué vamos a hacer?
Está terminando enero y nos dan de plazo
hasta el viernes 24 de Febrero para pagarlas y si no conseguimos el dinero, los
“gordos” perderán su lugar en esta escuela que tanto nos llena y que nos
tardamos tanto en encontrar.
Comenzaron a buscar, algún préstamo, algún
financiamiento, pero cada una de las opciones que tenían se iban cerrando. La
primera semana estuvieron tranquilos, la segunda y tercera, ya más preocupados
y la última, prácticamente… ¡desesperados!
Ya era el domingo 19, y no habían podido
conseguir el dinero, así que todos juntos, como cada semana, fueron a misa y le
pidieron a Dios que dijera:
¡Sí
Quiero!
Y así empezó la última semana; El miércoles
22, Enrique llego a la oficina, donde su función era vender a la red de
distribuidores, los autos que su fábrica producía. Su puesto requería, muchas
relaciones públicas, conocimiento y honestidad, porque a veces la escasez de
algún modelo, provocaba que, algunos distribuidores corruptos, intentaran
sobornarlo, para tener preferencias en la asignación de esos autos.
Fue precisamente ese día, cuando el representante
de un distribuidor, llego con él y saco un sobre lleno de billetes de $ 500 y
le dijo: Oiga Licenciado, que ahí le manda mi patrón.
¿Y qué es esto? pregunto Enrique molesto.
A pues es lo que siempre le mandaban al que
estaba antes en su puesto.
No lo pensó ni un instante, devolvió el sobre
de inmediato, ese sobre que hubiera resuelto el problema de las colegiaturas y
le dijo:

Llego a su casa, molesto y le contó a Ema lo
que había sucedido… Ema le dijo, con su habitual sabiduría:
No te preocupes mi amor, poco a poco te irán
conociendo y sabrán que tú no te prestas a esas cosas, te amo mucho.
Enrique le dijo: Sé que ese dinero hubiera
resuelto el problema de las inscripciones, pero se perfectamente, que ese no
sería el Sí del Señor, que esa no sería su respuesta, así que seguimos
esperando el Sí verdadero del Señor.
No tuvieron que esperar mucho, el jueves 23, el
día anterior a que se cumpliera el plazo, recibieron un aviso del departamento
de recursos humanos de la empresa, para que se reunieran en el auditorio, donde
les dijeron: Durante los últimos años no se han generado
utilidades para repartir entre el personal, dado que la empresa estaba
construyendo, una nueva planta en Ramos Arizpe. Les queremos avisar, que una
vez terminada la construcción, este año, si vamos otorgar el reparto de
utilidades.
El
Primer Sí del Señor, pensó
Enrique, sin embargo las utilidades siempre se dan a mediados de mayo… Muy buena
noticia, pero no nos sirve para las colegiaturas…
El Director de Recursos Humanos continúo
hablando… Y como en varios años no hemos repartido utilidades, la Dirección
General nos ha autorizado, a que el día de hoy, se les entregue su cheque:
El
Segundo Sí del Señor. ¡Fantástico pensó Quique!, pero… ¿Cuánto será?
Cuando recibió el cheque, y ya ustedes lo
habrán adivinado: El importe exacto de las inscripciones…
El
Tercer Si, del Señor.
Bueno, la verdad me contaba Enrique que les
sobraron $ 500, que fueron a gastarse, todos juntos, en unos helados italianos
que hay en la colonia Nápoles.
Ema le preguntaba a Enrique:
¿Este regalo del Señor, será el premio de
Dios por nuestra honradez?, No, contesto Enrique, este es solo, uno más, de los Regalos de Amor
que a diario nos hace Jesús…
¿Si yo merezco algún premio?, ¡Ese premio son tú y los niños!
“No te
preocupes, si cuando le pides al Señor un árbol de naranjas…
Te
regala una semilla… Ahí, no lo dudes… ¡¡¡ Está
tu árbol de naranjas!!!
Solo
dale tiempo.
Autor: Guillermo Alvarado Vega
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