viernes, 3 de marzo de 2017

"Pinocho"



Cuando pensamos en Pinocho, siempre pensamos en un muñeco de madera que dice muchas mentiras, les pido que hoy lo analicemos, desde otro punto de vista: 
¿Qué similitud hay entre Pinocho y yo?… 
¿Entre Pinocho y tú?...
Veamos:
Érase una vez en una carpintería, Un Señor muy Bueno y amable, llamado Geppetto, que terminaba un día más de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había “creado” ese día.

Al mirarlo, vio que era bueno y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppetto decidió llamarlo: Pinocho.                                                                          

El Espíritu de Amor “sopló” sobre él y le dio la vida eterna. 
Aquel sexto día Geppetto se fue a dormir deseando que su muñeco supiera y valorara el inmenso amor que El, como Padre Bueno le tenía. El sacrificio que Jesús, como Hijo de Dios haría siempre por él. Y Los dones que El Espíritu Santo en forma de "Hada Buena", derramaba continuamente sobre él.
Después de descansar el séptimo día, Geppetto estaba feliz al ver a su amado muñeco moverse, caminar, reír y hablar como un hombre de verdad. 
Geppetto mandó a Pinocho a la escuela de la vida. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendiera muchas cosas. 
Le acompañó su amigo Pepito Grillo, la conciencia, el consejero, que le había dado el hada buena.                  Pero en el camino de la vida, rumbo al colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, y siguiendo sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito, Pinocho empezó a ensuciar, "La imagen y Semejanza", con que había sido creado y en lugar de ir a la escuela, decidió seguir a sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas. 
Al ver esta situación, El Hada Buena lo colmo de más dones, pero era inútil, Pinocho era como todos nosotros, terco, flojo, tendiente a la depresión, experto en echarle la culpa a los otros, fácil de enojarse y romper relaciones y lento para amar y perdonar.
Así vivió un tiempo... Perdido, hasta que un día, como siempre pasa, El Amor del Padre, El Sacrificio del Hijo, y los dones del Espíritu, pudieron más y Pinocho, herido y maltrecho, acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió regresar a la casa del Padre a buscar a Geppetto. 
Supo entonces que Jesús había dado su vida por él, y que al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena, llamada, “La Cruz del Calvario”.
Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar Geppetto y volviéndose “Otro Cristo” decidió ser bueno, reparar las relaciones rotas, hacer buenas sus relaciones con sus compañeros de trabajo, dejar atrás la lujuria, el egoísmo, y la soberbia.
Tener los ojos bien abiertos para detectar las necesidades de sus semejantes y ahora si... Actuar, en vez de solo condolerse.
Recuperó la alegría y se lazo al mar. Pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó también a él. Fue lo mejor que pudo haberle pasado, convertido en “Otro Cristo”, dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron.Y unidos en una sociedad invencible, resucitaron, haciendo una fogata de “fuego nuevo” que hizo estornudar a la enorme ballena, y la balsa del “Hombre Nuevo” salió volando con sus tres tripulantes… En una “brillante resurrección”.
Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado bien.
Y en recompensa de su bondad, El Hada Buena, lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.


¡Los cuentos tienen mucho de verdad!… Vaya Pinocho que soy yo…  Malgastando los dones que Mi Padre me dio… Ignorando por completo el sacrificio de Mi Señor Jesús… Y poniéndome un impermeable para rechazar los dones del Espíritu de Amor… ¡Vaya Pinocho que soy!

¿Y qué voy a hacer?, ¿Me quedaré igual?, O como Pinocho… Me volveré Otro Cristo. 
De ti y de mi depende… ¡Basta ya de ser muñecos de madera frágiles y llorones!
Señor ayúdame a ser como…  “El Nuevo Pinocho”.

Autor: Guillermo Alvarado Vega


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