Cuando Nuestro Dios de todos los días… Dice “Sí Quiero”
Se le acerca un leproso suplicándole y puesto de
rodillas, le dice: “Si quieres, puedes curarme”. Compadecido de él, extendió su
mano, le toco y le dijo: “Si quiero; queda limpio”

“Quien sino Dios podría pintar esa bella gama de colores en el cielo. Estaba
pensando eso, cuando un rico olor a pan recién horneado lo envolvió, despertó
su apetito y avivó su sentido del olfato, que se inundó con el olor a tierra
mojada.

En eso las campanas de la parroquia empezaron a sonar y a llamar a misa
de 7, mientras que despertadas de improviso, una parvada de golondrinas, empezó
a revolotear, arriba de su cabeza, deleitando con sus trinos los oídos de
Adrián.
A lo lejos se empezaba a despertar la ciudad, el sol se reflejaba en la
presa como hojas de plata, cayendo sobre el agua, las montañas se pintan de una
gama infinita de verdes, por las recientes lluvias… Adrián se levantó y se dijo
a sí mismo:
“Si no creyera en Dios, Hoy, seguramente empezaría a creer. ¡Eres Maravilloso Papa!.
Y Jesús dijo… ¡Si quiero!
2ª. Historia
La familia de Liliana, se reunió en la capilla del hospital, y ahí
tomados todos de la mano, empezaron a orar… El padre de Lily elevó sus ojos al
cielo y con voz entrecortada y lágrimas en los ojos dijo: “Señor… Sí Tú quieres puedes
salvarla…
Y Jesús dijo… ¡Si quiero!
Todos se le quedaron viendo sorprendidos, a excepción del pequeño
Bernardo que grito con su tierna vocecilla: ¡Sí, yo si oí!
Regresaron felices a la sala de espera, papá entro a terapia intensiva,
se sentó al lado de Lily, le apretó la mano y le dijo:
Pequeña… mi hijita… ¡vas
a vivir!
Lamentablemente, el trasplante nunca llego…
¡Pero el hígado de Liliana empezó a regenerarse solo!...
De una forma inexplicable, lo que ayer estaba mal, hoy parecía no haber
sufrido ningún impacto.
El medico se rascaba la cabeza, feliz y desconcertado y le decía a la
familia que rodeaba la cama de Lily… ¡No puedo entenderlo! ¡No existe una explicación médica para esto!
El pequeño Bernardo dijo: Yo sí lo sé, Papa Dios curo a Lily.
3ª. Historia
Gonzalo Landeros Fernández, es abogado por vocación y por profesión,
desde niño jugaba a ser juez, por lo que, fue natural que sobresaliera en las
clases de derecho en la prepa y que emprendiera con entusiasmo la carrera de
abogacía. Se recibió, se casó, tuvo 3 hijos y muy pronto, gracias a su extraordinaria capacidad,
ascendió al puesto de juez, el cual ejercía con gusto, honestidad y eficiencia.
Hoy llego a comer a su casa, con
la cara descompuesta, Constanza su esposa lo noto de inmediato y le preguntó ¿qué
pasa?, él sonrió, acaricio la cabeza de
su hijo más pequeño y le dijo: Cielo. ¡Te cuento al rato!
Esa noche, en la pequeña oficina que tenía en su casa, Constanza y
Gonzalo, se encerraron a platicar, con una copa de vino tinto en la mano.
Él le dijo, “Un muchacho cuyo nombre no voy a decirte, porque es de una
familia renombrada en la ciudad, pero que tú conoces muy bien, abusó de una jovencita
que trabaja en una de sus empresas familiares. El ministerio público, integró y
documentó perfectamente y sin lugar a dudas, el delito de violación y yo no tengo
ningún problema para dictar la sentencia de culpable”.
¿Y entonces?, preguntó ella.
Hoy en la mañana llegaron a mi oficina, gente allegada al gobernador y me
explicaron que si lo declaró inocente, gente poderosa en la capital del estado,
se “sentirá” muy satisfecha y mi promoción a la suprema corte, será un hecho.
¿Y si lo declaras culpable?
Bueno, además me dijeron, que habría un bono de 3 millones de pesos que
se depositaría en la cuenta segura de alguno de mis familiares lejanos…
Y si no acepto “su propuesta”, si lo declaró culpable, no solo no tendría
la promoción sino que seguramente perdería mi puesto y me vería implicado en alguna farsa, fabricada por ellos y podría ir a la cárcel.
Constanza grito: ¡Eso es una cochinada! ¡Es injusto!, tú siempre has
realizado tu trabajo honestamente. Empezó a llorar y se puso a caminar de un
lado a otro de la oficina mientras repetía, ¡no es justo, no es justo!
Gonzalo se puso de pie y la abrazó.
Ella más calmada le pregunto: ¿Qué vas a hacer?
Nunca lo he dudado, para mí es más importante mirar a mis hijos a la
cara, seguir siendo tu orgullo, que cualquier puesto o dinero mal habido.
Al día siguiente se dictó la sentencia de: ¡Culpable!
Al salir de su oficina, “los influyentes” y la familia del delincuente lo
miraban con odio, mientras que una sencilla muchacha y su madre, lo tomaban de
la mano y no dejaban de darle las gracias.
¡Algo paso!... A los pocos días del juicio, la contraloría del Estado
realizo una investigación y se llevó presos a los funcionarios que le pedían a
Gonzalo que cambiara su fallo.
Casi simultáneamente, La secretaria de Hacienda intervino todos los
negocios de “la familia poderosa” y tuvieron que huir hacia los Estados Unidos.
El Consejo de La Judicatura tomo la decisión y nombro a Gonzalo,
Magistrado de la Suprema Corte.
Cuando Constanza abrazaba a su esposo, le preguntaba al oído… ¿Qué paso?
Jesús dijo… ¡Si
quiero!
4ª. Historia
Que familia tan pintoresca son los Martínez… Rubén
el padre, es bromista y dicharachero, su oficio, chofer de taxi, tiene 57 años
y se casó desde hace 35 años con Yolanda, quien tiene un saloncito de belleza
en la colonia. Ella es la “seria” de la familia, aunque la verdad, trae “la
música por dentro”.
Tienen 8 hijos, 4 hombres y 4 mujeres y todos muy seguidos, así que la
convivencia entre todos, es escandalosa y alegre.
Siempre han sido Guadalupanos, pero a raíz de un problema de corazón que
tuvo al borde de la muerte a Rubén, la familia se acercó aún más a la iglesia.
Tomaron la muy recomendable práctica de “adoptar un cura”, es decir,
hacerse amigos de un sacerdote, al que invitan seguido a cenar, o a ir al cine;
y como el padre es fanático de la fiera, también van todos juntos al estadio.
El año pasado coordinaron sus vacaciones y se fueron a Vallarta juntos.
Algunos de los hijos ingresaron en los grupos juveniles y coros de su
parroquia, mientras que Rubén y Yola, entraron al Movimiento Familiar Cristiano.
El viernes pasado, Yola convoco a “junta familiar”, donde reunidos los
10, les dijo:
Familia, nuestros vecinos, nuestros muy queridos Gómez, tienen un grave problema, Lino, nuestro compadre, cometió un fraude en su empresa,
desfalco mucho dinero y se lo llevaron preso hoy en la mañana, mi comadre ya
habló a la empresa y ellos aceptan darle el perdón, siempre y cuando regrese el
dinero.
Ernestina, la hija adolescente y rebelde, fue la primera en hablar: ¿Y a
nosotros que? Si Don Lino se robó el dinero, que él lo pague o que se quede
preso.
Félix el hijo más grande, que es novio de Margarita, la más grande de los Gómez, dijo:
Si Tina, pero debemos ayudar, si fuera nuestro papa el afectado, ellos
nos hubieran apoyado.
¡Para nada! Contesto Ernestina, ¡mi papa nunca haría eso! Y además cuando
él se enfermó, ellos no nos ayudaron en nada. Y entonces empezó la revuelta,
todos opinaban, unos a favor y otros en contra, todos hablaban al mismo tiempo,
hasta que se hizo un inesperado silencio y Luisito de solo 9 años, dijo: Yo
voto por si apoyarlos, pero no con todo, que ellos también hagan su esfuerzo y
si les falta, pues entonces los apoyamos. Todos aplaudieron y estuvieron de
acuerdo.
Sergio dijo, bueno ¿y de dónde?, la cara de preocupación fue general…
Tenemos lo que estamos ahorrando para las vacaciones, que son como 12 mil
pesos, más el fondo de salud, mantenimiento de auto y navidad, que son otros 23
mil pesos, dijo Yolanda, la tesorera familiar.
Y si no alcanza dijo Félix,… Esperanza la más grande de las mujeres dijo,
esta “el fondo intocable” para nuestra universidad, por mi parte puede usarse
también, José dijo, pues vendemos mi “vochito” y uno a uno, todos fueron
uniendo amor y voluntades.
Apoyado en la puerta de la cocina estaba Él, Nuestro Señor Jesús, quién los observaba complacido y
sonriente, nadie podía verlo, pero es un hecho que todos podían sentirlo.
Y Jesús dijo… ¡Si quiero!
AUTOR: GUILLERMO
ALVARADO VEGA
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