viernes, 3 de marzo de 2017

Dios en El Muelle




Mack es un buen hombre, a pesar de una infancia difícil, con un padre golpeador y una madre sumisa. 
Aún en estas condiciones adversas, llego a ser un hombre de bien, a formar una linda y unida familia, a los que enseñó a amar y respetar a Dios.

Pero un día, un sicópata secuestra, viola y mata a Missy, su hijita de 9 años y este trauma abre un abismo entre Dios y Mack, quien cae en lo que él llama… “La Gran Tristeza” y a partir de ese momento se revela a creer en la bondad y el Amor de Dios.
El Padre Bueno nunca nos deja solos, así que decide ir por Mack y pasar con él un fin de semana, precisamente en la cabaña perdida donde se encontró el vestido ensangrentado de la hija de Mack, ya que su cuerpo nunca fue hallado.


Cuando él llega a la cabaña están ahí Dios Padre, Jesús y Dios Espíritu Santo. Los tres lo reciben, lo abrazan y lo invitan a cenar.

Algunos podrán no estar de acuerdo en que un hombre necesitado de Dios, reciba “físicamente” la visita de La Santísima Trinidad, pero acaso no está escrito en Los Evangelios que Pedro le pidió a Jesús:
“Maestro muéstranos al Padre”. Y que Jesús contestó:
“Pedro tanto tiempo has estado conmigo y no conoces al Padre, quien ve al Hijo… ¡ve al Padre!. Y no es cierto que Jesús soplo sobre los apóstoles y a través de ellos al mundo, Él  Espíritu Santo.
Mack quedo impresionado por la relación que existe dentro de las personas de La Santísima Trinidad, porque lo importante entre ellos no son los sucesos, sino lo que en verdad importa es El Amor que se tienen, y la plenitud que eso les da. Establecer “relación” con el otro, “someterse voluntariamente al otro”, sin miedo, sabiendo que si el otro se somete a mí, los dos o Los Tres en el caso de La Santísima Trinidad, siempre buscaremos lo mejor para el otro.
Cuando en la cena, Mack les cuenta de su familia, de sus hijos, de su esposa, ellos lo escuchan con atención, haciendo comentarios de cada uno de ellos, hasta que Mack les pregunta: Pero si todo esto que les cuento ustedes ya lo saben… ¿Porque pareciera que es nuevo para ustedes?                      
El Espíritu Santo contesta y le dice: “No juegas con un niño para mostrar tu superioridad.
Más bien, decides limitarte, para facilitar y honrar esa relación. Hasta perderás con ese niño una competencia con tal de lograr el amor. No es por ganar o perder, sino por amor y respeto.
Entonces cuando le pides algo a Dios o le cuentas aspectos de tu vida, El decide limitarse por respeto a ti y oye y saborea y disfruta, no solo lo que le dices, sino la forma en que lo dices y los sentimientos que hay detrás de cada relato.
En Dios, las relaciones nunca son por poder, y una manera de evitar el deseo de tener poder sobre otro es decidir limitarse para servir. Los seres humanos hacemos esto a menudo, al ocuparnos de los enfermos, de los desvalidos y de los niños. 
Una muestra de cómo son las relaciones entre las personas de La Santísima Trinidad es el pasaje donde terminada la cena… Jesús se tiende sobre la mesa, toma las manos del Padre, las cicatrices ahora claramente visibles en las muñecas y mirándolo fijamente a los ojos le dice:  

Papá me agrado mucho ver que te ponías a la entera disposición del dolor de Mack, y le concedías espacio para decidir su propio momento. Lo honraste, y me honraste. Oírte murmurar paz y amor en su corazón fue realmente increíble. ¡Que dicha ver algo así!. Me fascina ser tu hijo. 
¿No es esperanzador y maravilloso que un Dios así… Te Ame?



 LA CABAÑA, WM. PAUL YOUNG, EDITORIAL DIANA

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