lunes, 6 de marzo de 2017

" Ana "


 Es una joven hermosa, su nombre es Ana, tendría unos 20 años, su belleza combinada con ternura, llamaba la atención de todos los que entrabamos al restaurante. Estaba con su novio, se notaba una relación padrísima entre ellos, y aunque continuamente se daban besos, su relación no molestaba, porque se veía dulce y natural.
Ella no paraba de hablar, como una linda “periquita”, comentaba diversos temas, con un entusiasmo y alegría desbordantes, mientras su novio, la tomaba de las manos y la veía embelesado, como se dice comúnmente, “se le caía la baba” al verla.
Llegue con un amigo y una persona de planta, en una informal comida de negocios: Y después de comentar, acerca de la imagen tan bonita que proyectaba, la citada pareja, ordenamos nuestros alimentos, nos olvidamos de ellos y empezamos a hablar de nuestros asuntos.
Cuando llegó la hora del postre, los tres nos dimos cuenta, que en una mesa cercana, estaba una preciosa niña con síndrome de Down… inquieta como todos los niños, corría de mesa en mesa, sonriéndonos a todos, y la mayoría la veíamos con simpatía, pero seguíamos con nuestros asuntos, sin embargo Ana no era así, dejo su romance con el novio y sentó a la niña en su mesa, le pidió una hoja para colorear al mesero y se puso con ella, a pintar un bello arco iris.
La mama de la nena, sonrió emocionada, pues todavía existen “personas” que rechazan a los niños especiales, por lo que se sintió feliz con la actitud de Ana.
Llego el mesero con el postre, y la pequeña abrió sus ojitos… Ana le preguntó, ¿quieres? Y ella movió su cabecita afirmando ilusionada… 
Ana tuvo un detalle, simple y sin importancia… que a mí, sentimental irreconciliable, me hizo emocionarme hasta las lágrimas… Ana no solo compartió su helado con la pequeña, sino que se lo comieron las dos, con la misma cuchara. 
Todos los que nos dimos cuenta, nos conmovimos con el detalle, ante lo cual, nuestra invitada comento: 
“Yo hubiera hecho lo mismo… pero con 2 cucharas”.
Y eso es lo importante, Ana no solamente compartió un helado, sino que jugo con la niña, la arropo, la hizo sentirse bien y se dio toda ella, al compartir la misma cuchara. 
Nuestra medida para dar, nos la enseña El Señor Jesús…
¡No solo basta hacer lo que se “debe” de hacer!… Sino dar más, darnos nosotros mismos, y eso es lo que hizo Ana.

“Y todo aquello que hagas con el más pequeño de mis hermanos…
Lo estarás haciendo conmigo”…

Ser otro Cristo, tener los ojos y los oídos abiertos y estar dispuestos a decir… Sí.
Amar hasta que duela, salir de nosotros y darnos a nuestros prójimos, eso hizo Ana.
Este pequeño cuento, tiene su corazón, en el amor a los niños especiales…
Pequeños angelitos de Dios, que necesitan de una familia especial…
Y de una sociedad especial, que lamentablemente no hemos podido forjar…
Pero claro, existen personas como Ana, una niña linda que no da lo que le sobra, sino que se da por completo… ¡Que envidia!... Yo quisiera ser como Ana

AUTOR GUILLERMO ALVARADO VEGA



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