lunes, 6 de marzo de 2017

" El Ángel del Señor"





¿Ustedes creen que Nuestro Señor Jesús tenga un Ángel de La Guarda? 

Ahí… En el lugar donde nunca anochece… Los ángeles terminaban su descanso y se preparaban para recibir las instrucciones de cada día, como siempre, en medio de la alegría y el bullicio.

El Arcángel San Miguel revisaba todas las fortalezas y alistaba a los ejércitos que defienden El Cielo y La Tierra, en tanto que El Arcángel San Rafael daba las últimas indicaciones a los Ángeles de La Guarda, encargados de cuidar el Alma de los hombres.
En la habitación contigua, Gabriel, el Arcángel, bajaba de su correo electrónico, los últimos mensajes que enviaría ese día.
De pronto una brisa cálida y fresca lo envolvió todo, un suave aroma de flores silvestres se impregno en el ambiente, la luz se hizo más intensa… Nuestro Padre Dios, toco suavemente a la puerta de Gabriel, el Arcángel se arrodilló frente al Creador, quién después de acariciar su cabeza, lo tomo de las manos, lo levantó y le dijo con voz amorosa y firme:
Gabriel tengo un mensaje muy importante que enviar hoy, por tal motivo es mi deseo que seas tú personalmente, quien lo entregue.
“Buscarás en la pequeña aldea de Nazaret, a una Niña, de Bello Rostro y Alma Pura, y al encontrarla deberás preguntarle si acepta ser La Madre del Redentor del Mundo, del Mesías, de Mi Hijo Amado, Del Cristo. 
Deberás asegurarte que perciba en su mente, así como en un relámpago, todos los bellos momentos que vivirá a su lado, pero también deberá ver, de una manera clara, que una espada atravesara su corazón.
Te ordeno que no influyas de modo alguno en su decisión.
Ella deberá decidir libremente si acepta o no… ¡Este Regalo de Amor!
Gabriel sonrió, y asintió con la cabeza.
Vayamos ahora con Rafael, dijo El Padre.
Seleccionemos a los Ángeles que deberán ir hoy a la tierra.
-Si Padre contesto Gabriel-
Los Ángeles de la Guarda son alegres e inquietos, pero se preparan mucho, pues saben que durante su labor en la tierra no tendrán todas las respuestas, solo conocerán parcialmente su misión, y sucede que muchas veces, el alma custodiada, luchara contra ellos para alejarse de Ti. Pero quizá lo más difícil de su misión, es que deben respetar incondicionalmente la libertad del hombre. En ese preciso momento llegaron al salón donde Rafael preparaba a sus ángeles.
El Creador los abrazó a todos, los miro amorosamente y les dijo:
¡Pequeños míos!, algunos de ustedes serán elegidos para cuidar las almas de los hombres que serán concebidos hoy; Ustedes saben que su misión es regresarlos a mí,  a través de la Buena Nueva predicada por Jesús, que básicamente consiste en:
“Amarse los unos a los otros”
Todos gritaron llenos de alegría esperando ser elegidos ese día.
Pero dentro de todos ellos, ninguno deseaba tan fervientemente ser elegido, como Cristofer.
Un pequeño ángel cuyo nombre significa: “Jesús está conmigo"
Y quien a pesar de este fuerte anhelo,  hasta ahora no había sido tomado en cuenta, quizá porque su desbordado entusiasmo, lo llevaba a cometer errores.
Parecía que este día sería igual a los anteriores, pues El Padre paso varias veces frente a él sin seleccionarlo… ¿Pero no?... Ya al final, El Padre se detuvo frente a Christofer, lo llamo al frente, lo miro con infinito amor y dijo: Para guardar a mi Hijo, no he seleccionado al ángel, más capaz, ni al más bello, ni al más inteligente… Para esta tarea requiero al Ángel más amoroso, al mejor amigo, al ángel incondicional…
¡Y ese eres tú, Cristofer!
Te pido que cumplas tu trabajo soportando el dolor que sin duda tendrás y que apoyes al Redentor del mundo a cumplir su misión, aun cuando existan muchas situaciones que no entiendas, pues a partir de hoy serás… El Ángel del Hijo del Dios… Hecho Hombre. 
Christofer se vio envuelto en un remolino de felicidad, pero también de incertidumbre y miedo.
Sus amigos lo veían con una mirada llena de alegría y solidaridad y lanzaban vivas para su compañero… Christofer emocionado, busco los ojos de Rafael quien lleno de orgullo, extendió la mano y le dijo…         ¡Ve!
Envuelto en un torbellino de colores se transportó a una pequeña casa en Nazaret, donde María escuchaba las palabras de Gabriel, sus ojos como dos luceros estaban atentos a lo que El Arcángel le decía y mientras sus oídos escuchaban el mensaje, ella lo meditaba y le daba vueltas en su corazón…
Cuando Gabriel hubo terminado el mensaje, Ella sonrió, bajo sus ojos, creyó lo que había escuchado y dijo: 

“He aquí a la esclava del Señor, hágase en mí según Su Palabra” 
En ese instante miles de luces multicolores cegaron a Cristofer,   y al abrir sus ojos descubrió que estaba atado, dulcemente atado, a un ser del cual se desprendía un torrente de luz infinita y vio y conoció el alma que debía guardar… Era una mezcla de Inocencia y de Poder…
Un Torrente de Amor y de Perdón... Dios hecho carne...La sabiduría y La Creación caminando de la mano… El Verbo que habitó entre nosotros… Si de Jesús.
La amistad entre los dos fue inmediata, y cuando Cristofer estaba apenas adaptándose a su nuevo trabajo, tuvo su primera prueba.
Fue el día que descubrió esa mirada confundida en los ojos de José, quien al descubrir síntomas de embarazo, en su María Siempre Virgen, decidió abandonarla en silencio y con completa discreción. Y fue precisamente Cristofer quien volando entre los sueños de José le dijo al oído:   No temas recibir a María en tu casa, porque lo que habita en su vientre, es obra del Espíritu Santo. 
Una vez solucionado este problema, salió rumbo a Ain Karim, una pequeña aldea en las montañas de Judá, acompañando a María y al Niño que llevaba en su vientre, a visitar a Isabel su prima. Ahí se encontró a Jonathan, el Ángel de la Guarda de Juan El Bautista.  
Después transcurrieron varios meses sin sobresaltos, María cuidaba con amor y pasión ese pedacito de Dios que crecía dentro de ella, Cristofer platicaba y recibía consejos de Benito, el Ángel Guardián de José, quien había sido su maestro favorito en el cielo. 
Poco antes del nacimiento de Jesús, José y María decidieron ir a Belén de Judá registrarse en el censo y fue Cristofer, el responsable de conseguir el transporte para el viaje. 

“Este burrito está bien”, iniciemos el viaje”, sin embargo algo en la logística fallo, porque no se pudo conseguir un buen hospedaje en Belén para La Familia de Nazaret y se tuvo que improvisar una pequeña cueva, refugio de animales, para que ahí naciera: El Rey de Reyes. 
Y aunque el pesebre no era el mejor alojamiento, la llegada de los pastores y de los Reyes Sabios, para adorar al niño, llenaron de alegría, paz y orgullo a José, María y Cristofer.
Y estaban en esos días felices, cuando sus oídos, siempre atentos, captaron el sonido de los cascos de los caballos, en que galopaban los soldados del rey Herodes…
Oyó también los lamentos y el llanto de las madres, cuando sus pequeños hijos eran degollados, por la soberbia y estupidez de este torpe rey. “José, despierta… tenemos que huir, quieren matar al Niño, vamos por atrás, el camino cerca del pozo está libre, ¡cabalga burrito!, ¡vamos pronto!” 
Vivieron varios años en Egipto, Cristofer ayudaba a que la familia se adaptara más rápidamente a su condición de inmigrantes, y fuera menos difícil vivir en una tierra extraña, con un idioma diferente, con costumbres diferentes , alejados de los familiares y amigos , pero sobretodo en una tierra donde su Dios, no era reconocido ni amado. Un día una alegre visión despertó a Cristofer: Jesús, José, María, ¡podemos regresar a Nazaret!, ¡Herodes ha muerto!
El encuentro con Ana y Joaquín fue emocionante, pues ellos no conocían a su nieto, y hasta Christofer derramo una lágrima, al ver el abrazo del Niño Jesús con sus abuelos. 
Poco tiempo después y al cumplir Jesús los doce años, la familia decidió ir al Templo en Jerusalén, para dar gracias, pero sucedió que al iniciar el regreso, no se dieron cuenta de que Jesús se había quedado. 
Oh no, Jesús tus padres ya se fueron, no te quedes en el templo, podemos perdernos… Jesús, ellos ya se van, piensan que tú vas en la caravana con algún familiar… Ay Jesús contigo no se puede, cuando dices: "Estoy atendiendo las cosas de Mi Padre,
no hay quien te convenza”.
Y sucedió que en los siguientes 18 años, la misión de Cristofer transcurrió, entre aserrín y madera, entre alegría y crecimiento de cuerpo y alma, entre bella convivencia familiar y baños en el río, entre bromas continuas, del “serio” José.
La vida de La Familia era de ayuda continua hacia los demás…
Vivían entre la educación paternal que sus padres le daban a Jesús y la educación teológica que Él les daba a ellos…


Hasta aquel día negro, en que José enfermó gravemente, El Ángel Humano que cuidaba a Jesús dejo de tener fuerza en las manos, ese abrazo fuerte que cobijaba a Jesús y María estaba a punto de marcharse…
María sabía que Su hijo podía salvarlo, pero también sabía que Ellos, menos que nadie, podían contravenir la voluntad del Padre.
Y otra vez… Como lo dijo unos años atrás, María volvió a repetir…

“Hágase en mí, según tu Palabra"

Y aunque se me parta el alma… También en el hombre que yo amo. 
Salió llorando de la habitación, dejando solos a Jesús y a su padre terrenal, sus ojos se encontraron y se sonrieron, recordaron veintitantos años juntos, disfrutaron evocando tantas anécdotas vividas juntos, de pronto, José se puso serio y le pidió que cuidara a María, Jesús sollozo y apretó muy fuerte su mano, José miró a Jesús y en esa mirada le dijo:
No hijo, por favor déjame partir, mi misión ha terminado… 
Permíteme volver al Padre. Jesús se resistió, tomo con fuerza las manos de su padre y sintiendo como la fuerza sanadora fluía por sus dedos, lloró, grito, imploró, rezo.
Y por fin, sintiendo el abrazo fuerte y consolador de Cristofer, lo dejo ir diciendo:                  “Padre que se haga tu voluntad, y no la mía” 
Y en eses momento, bebió el último suspiro de José, bañado por las lágrimas que María derramaba en su espalda. 
La cercanía entre Jesús y María se hizo todavía más estrecha, con resignación aceptaron la voluntad del Padre, y volvieron los días felices, las bromas, abrazados por las tardes, mirando el atardecer, y siempre, la ayuda a sus prójimos, hasta el día en que María noto muy serio a Jesús, se acercó a Él, le tomo de las manos y le pregunto:   ¿Ha llegado el momento?
Jesús la miro, suspiro, sonrió, y le dijo, he llamado a 4 amigos, mañana iremos al Jordán a ser bautizados por Juan… Jesús mostraba así, que el más poderoso, debe ser el más humilde. 
¡Fue un momento maravilloso!, cuando Cristofer, volvió a ver juntos, físicamente, a la Santísima Trinidad: El Padre hablando desde el Cielo, Jesús arrodillado en el río y entre ambos… El esplendor del Espíritu Santo… El ángel quedo extasiado. 


Poco tiempo después eran ya doce los hombres buenos y sencillos, que seguían a Jesus y entonces, El Verbo hecho carne empezó a escucharse en las colinas y en las barcas, en el templo y en los campos, y sucedió que los ciegos ven, los sordos oyen, los panes se multiplican, Jesús se transfigura, frente a Pedro, Juan, Santiago y Cristofer, los niños se acercan a Él, los adultos se hacen como niños, los leprosos quedan limpios y los pecados son perdonados.
Transcurren 3 años de recorrer los caminos y llevar La Buena Nueva, parábolas envueltas en poesía, del “Dios Contigo”, de momentos en que La fe, mueve montañas y nos hace caminar sobre el agua, momentos decisivos para la humanidad, hasta aquel Domingo de Ramos, en que Jesús sube a pasar La Pascua en Jerusalén. “Jesús me preocupa estar aquí dijo su Ángel”
A pesar del recibiendo con palmas, siento un ambiente hostil, el demonio mayor, al que derrotaste en el desierto, trama algo, tiene una sonrisa maligna y lo he escuchado envenenando el corazón de los sacerdotes y los escribas, e incluso, Jesús, perdóname que te lo diga, pero también el corazón de uno de tus apóstoles. Jesús hazme caso, vámonos de aquí, nuestra misión apenas empieza, tenemos mucho por hacer… María te necesita… ¿Que va a ser de ella sin Ti?
Jesús mirando con ternura a Cristofer, le dijo: “Querido amigo, no sabes cómo te agradezco tu preocupación y tus cuidados, ¿Te acuerdas cuando pisaste a esa serpiente que intentaba morderme? ¿Ya olvidaste cuando en Nazaret mis paisanos querían lincharme y tú me rescataste? Tú me has cuidado siempre… Mi Padre no pudo designarme un compañero mejor, pero hoy tú no puedes protegerme. ¡No debes protegerme!. Sé que no puedes entenderlo, pero hoy debo seguir mi destino, debo cumplir la misión para la que El Padre me envió, tengo que beber este cáliz,… ¡Tengo que salvarlos! 
Sabes Christofer, cuando estuve en el desierto, satanás presumía que me había ganado a todos los hombres… Que todos eran pecadores y de que se olvidaban fácilmente de nuestro Padre… Por eso quise, por voluntad propia, hacerle una oferta: 
“TODA MI SANGRE Y TODAS MIS LAGRIMAS, POR TODAS SUS ALMAS” 
Y a partir de ese momento, un remolino de acontecimientos, desencadenaron el fin, que se convertiría en el principio de todo:
Jesús fue tomado preso en Getsemaní.
Pedro no permitas que lo tomen preso.
* No Pedro deja la espada, así no.
* Pedro no puedes negarlo, es Tu amigo.
Es el mismo Hombre al que le dijiste: 
“Señor a quién iremos, Tú tienes palabras de vida, Tú eres El Cristo, El Hijo de Dios”
Jesús es golpeado, injustamente juzgado, y condenado.
* ¡Cobardes falsean los testimonios!... Les quema sus sucias conciencias.
* No María no lo veas en este momento, están golpeándolo.
* Cristofer eleva los ojos al cielo y busca ayuda.
* Rafael, ¿Qué hago?, ayúdame, te estoy fallando, ¡no he sabido cuidarlo!


39 latigazos destrozan su cuerpo.
* No pensé que siendo un Ángel pudiera dolerme físicamente su dolor.
* Jesús es coronado de espinas y Cristofer grita: ¡Hey! no le pongan esa corona, no la necesita, Él siempre ha sido Rey.
Pilatos, tu puedes salvarlo, dale la libertad, tu sabes que es inocente.
* No Pilatos… no te laves las manos… Sé hombre.
* Jesús inicia el camino del Calvario.
* Cargando Su Cruz… Y la tuya… Y la nuestra.
* Cristofer cae junto a Él y le dice al oído: Jesús no tienes por qué hacerlo, no abraces esa cruz, pídeme que llame a Miguel y a sus ejércitos y podremos liberarte, y llevarte hasta el trono que Tú mereces.
Oye, ¿Por qué lo golpeas?.... ¿Que no ves que esta caído?.
* Centurión, ¿ya olvidaste que Jesús es el mismo que sano a tu hijo?.
* Oye tú, porque le metes zancadilla… y lo haces caer por segunda vez.
* ¿No eres acaso el ciego al que le devolvió la vista?
 * Y mientras el Cirineo ayudaba a Jesús a cargar la cruz, Cristofer caía de rodillas al pie del Gólgota y con un llanto profundo decía: “Padre, no entiendo porque me escogiste a mí para cuidarlo, si ahora no puedo impedir que estos infelices lo maten.


* Oh no Padre, lo están clavando a un madero.
* Padre lo crucifican entre ladrones.
* Y le hieren un costado.
* Falle Padre, falle… ¡No supe cuidarlo!. perdón, ¡no supe cuidarlo!

La voz amorosa del Padre se escuchó, solo en los oídos de Cristofer:
Pequeño Ángel Mío, estoy tan orgulloso de ti.
Nadie podría haber cuidado a Mi Hijo, como tú lo has hecho.
No  Padre… te fallé,
Mi Señor esta golpeado, herido, clavado.
A punto de morir, no pude cuidarlo… te falle.


Pequeño Ángel Mío, la misión de los ángeles guardianes, no consiste en salvar vidas, aunque muchas veces lo hacen, para demostrarles a los hombres mi misericordia y dar gloria y testimonio de mi poder. Pero su misión, su principal objetivo, es salvar almas y ayudar a Mi Hijo, como tú lo hiciste, a cumplir su misión, muriendo por los pecados de todos los hombres… De los buenos, y también de los malos.
Tú al estar con Jesús, contribuiste de manera importante en salvar el alma de TODOS los hombres…  ¿Existe algún otro ángel que pueda igualarte?
 Señor, Padre Bueno, te aseguro que no termino de comprenderlo, porque me duele mucho verlo así... Y entonces el río de lágrimas que Cristofer había contenido, se derramo como un manantial de gotitas de amor…   No puedo, no quiero verlo así.
Y sollozando  dijo: Pero Padre Bueno y Amoroso, creo en ti…  Y te creo.
Te obedezco sin cuestionarte, pero solo dime Señor… ¿Qué debo hacer ahora?
Ve con Él, abrázalo en la cruz, bésalo en el momento de su muerte, dale fuerzas al Dios Hombre, para ofrecerme ese último sacrificio, después entrégale su cuerpo a María, y como regalo al Ángel que ha cumplido su misión, a pesar de sí mismo: ¡Acompáñalo en el momento de su triunfo!, Celebra con Él su Victoria, sobre la muerte y el pecado. ¡Enciende las luces! ¡Perfuma todo de Incienso!, desata la música y canta junto con el universo, un canto de Gloria a Jesús Resucitado… ¡Aleluya!

Y así sucedió… Cuando Jesucristo, Resucitó, lleno de poder y de gloria, Cristofer  estaba ahí, sentado junto a Él… Sonriendo feliz, diciéndonos a todos y a cada uno de nosotros, que debemos ser “los ángeles terrenos” de nuestros próximos, que existe un hombre o una mujer que nos está esperando, que necesita nuestro apoyo y solidaridad, nuestros oídos para ser escuchado, nuestro hombro para descansar, que ya es tiempo de que le demos pan al hambriento, agua viva al sediento, compañía al que está solo, hospedaje al viajero…
Pero sobretodo, nuestro amor y esfuerzo, para ayudarle a salvar su alma. 
Conviértete esta Semana Santa en “Otro cristo”, busca a tu prójimo llamado, esposo, esposa, hijo, hermano, padre, madre, amigo,… Conocido, rival o enemigo: 
Y podremos como Cristofer, empezar a ser parte del Triunfo de Cristo Resucitado.

 AUTOR: GUILLERMO ALVARADO VEGA

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